viernes, 10 de enero de 2014

Una semana ya...

So... sí, tiene ya una semana que llegué a este lado del charco. ¡El tiempo se pasa volando! Y para festejar este día decidí quedarme en casa y vegetar; hacer absolutamente nada, y flojear. He hecho más ejercicio en una semana que en los pasados tres meses, así que me lo merezco.

Pero ya, comencemos el relato.

Pa' empezar envío una muy sentida y merecida mentada de madre a la gente de AeroMéxico (¡cabrones!), todavía no se me pasa el coraje. Sí, mi viaje comenzó con un bachesote enorme. Elegí el vuelo de las 6:40am porque con él me ahorraba alrededor de $2,000.00; llegué a tiempo al aeropuerto y la gente de la aerolinea me recibe con un hermoso "perdón pero su vuelo ya fue cerrado" (¡malditos, jijitos de la chingada!). Ellos dicen que yo llegué tarde, yo digo que ellos sobrevendieron mi vuelo y me quisieron echar la culpa; como sea no me permitieron abordar, me pusieron en lista de espera y terminé yéndome en un vuelo con otra aerolínea, pagando un boleto extra y con los nervios de punta (si yo estaba histérica ya se pueden imaginar a mi familia). No fue lindo. Lo juro. Y el cabrón que me atendió me decía bien lindo él "usted que se preocupa, si su conexión sale hasta la tarde" (¡culero!).

Luego (ya con los nervios más tranquilos, pero con la panza revuelta por el enojo), tuve que hacer una espera larga en el Aeropuerto del DF, otra un poco menos larga en Amsterdam y, por qué no, mi vuelo no puede aterrizar en Florencia, así que nos bajan en Bologna ¬ ¬ . Para ese momento lo único que me faltaba era que me orinara un puto chucho, y lo que más quería era llegar a dormir, avisar que ya estaba en Italia (sana y salva) y dormir... dormir un rato largo... y luego, seguir durmiendo.

Pero creo que hasta ahí se quedaron los momentos bien desagradables (al menos eso espero).

Cuando finalmente llegué a Florencia, Luigi (mi primer roomie) me recibió en su apartamento con quesos, crackers, vino y café, una plática amable y una habitación bien cómoda en la que dormí mucho. Me indicó cómo llegar al centro de la ciudad, dónde comprar algunas cosas (comida) más económicas y ya, cuándo desperté me di un baño (muuuuy necesitado) y me fui a caminar por horas.

Creo que fue el segundo día cuando conocí a Andrea, el dueño del apartamento en el que espero quedarme por el resto del tiempo que pase aquí. Me mostró la casa (super linda por cierto)  y me dijo cuándo podía mudarme y ya, me regresé a caminar. Por supuesto, como decidí buscar puntos de referencia sin mapa me pegué mi primera perdida. La casa de Luigi está unas cuadras detrás de la estación de trenes y pus, me nortié y estando como a tres cuadras del Duommo (que es mi principal punto de referencia) no sabía hacia dónde caminar, pero díjeme: "Qué no panda el cúnico! Todavía es temprano" seguí caminando (en dirección equivocada), y me encontré con una parquesito en donde vi la primera cosa que hizo que me soltara una carcajada: una parada de bus que llevaba a "Verga", sip, aquí hay una calle que se llama "Viale Giovanni Verga". ¿Irónico no? Yo perdida y me encuentro con un bus que me lleva a Verga. Pero eso sirvió para que una chica latina que estaba cerca de mí viera mi reacción y se me acercara, ella me dio indicaciones y llegué al Duommo. Ahí me volví a perder y me encontré al primer italiano que me dijo "Bella, dove vai? Andiamo insieme!" obviamente mis raíces chamulitas salieron y me reí toda apenada. Él fue el que me dijo como llegar a la estación de trenes y ya, me desperdí.

El tercer día volví a salir a caminar pa' reconocer terreno y me encontré con la celebración de la "Befana" y el desfile de la "Cavalcata dei Magi" la celebración local del 6 de Enero, bonita, pero con demasiada gente. Y está gente es casi más gandalla que nosotros. Y como o ellos son muy altos o yo soy un puto hobbit, era más fácil que me empujaran, me sacaran del lugar en el que estaba parada y demases, así que la curiosidad me duró como por una hora y después huí. Otra cosa curiosa, para mí ha sido ver a las personas volverse locas por las ofertas.

Es un poquito demasiado verlos hacer colas para entrar a tiendas y que las cosas cuesten más de 30.00 Euros.

El siguiente día me tocó comer mi primera comida tradicional toscana (hecha en casa) "Robollita", una sopa con una cara rara pero muy sabrosa.

El día siguiente me mudé ya a mi casa, y fue bien chistoso ver como mi roomie llegó en su moto, trepó mis dos maletas y me dijo "Sorry ya no cabes".

En fin, lo más desagradable aquí ha sido la burocracia, su sistema es más moderno pero más jodido que el nuestro, te hacen hacer colas para que te digan "uy no, para ese trámite debes ir a este otro lado" o "ya no tenemos copias del documento que necesitas, ve a este otro lado".
Lo bueno, la mayor parte de la gente es amable. Como en cualquier lado te encuentras a personas groseras, pero hay gente linda y dispuesta a ayudar.
Lo triste, la crisis también les ha pegado duro y ves a mucha gente anciana pidiendo limosnas.
Lo genial, en los pasillos bajo la estación de trenes puedes escuchar muy buena música en vivo, los músicos callejeros son geniales.

La cocina es muy buena, aunque tengo miedo porque mis roomies y sus amigos (italianos, españoles, estadounidenses) me han pedido cocinar comida mexicana. Por el momento mi escusa ha sido "sorry, no hay tortillas y sin tortillas la comida no es mexicana", pero no creo que me dure porque ya me ofrecieron buscar la receta y hacerlas ellos (creo que les pasaré el link del video de aquella argentina con su maquinita para hacer tortillas pa' que se les pase la gana).
El idioma, ese ya lo dominaré... con el tiempo. Pero ¡ah, qué bonito suena!
Mi panza tiene jet-lag y tengo hambre todo el día, pero le daré unos cuantos días más para que se acomode.

Y ya, luego vuelvo y les cuento más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores