martes, 1 de diciembre de 2015

Experiencia Cubana en Italia.

Hace algunos meses, un tipo que al inicio me pareció muy interesante pero que resultó ser un poco particular (por no decir “un po’ stronzo”) me mencionó un tema de esos esotéricos que primero te hacen reír y soltar varios “ay sí ajá”, y después dices “¿pus que tanto daño puede hacer?”.

El tema, del que no recuerdo siquiera el nombre, en síntesis decía que el universo, la vida, Dios, o quien quiera que esté allá arriba (o allá abajo, o aquí al lado, o dónde sea) cuidando de ti, generalmente pregunta: “¿qué es lo que quieres que haga por ti?”, y nosotros siendo tan brillantes como somos pocas veces sabemos contestar, principalmente porque estamos distraídos y dejamos que el momento pase, o porque simple y sencillamente no sabemos bien a bien qué es lo que queremos o qué nos hace falta.

Entonces, para estar mejor preparados, el tipo que exponía el tema, sugería hacer una lista de (si mal no recuerdo) cien cosas que quieres, para que cuando la vida pase cerca de ti y comience a preguntar “¿qué es…?”, tú ya tengas la respuesta lista. El monito este decía: “pide, pide tanto como puedas. Pide cosas locas, pide cosas que de verdad necesites, no te canses de pedir, porque la vida está completamente dispuesta a conceder tus más profundos deseos. Pero ten cuidado al estructurar las frases, mete siempre el “yo quiero” y sé muy claro, porque la vida también puede ser un poco ojete e interpretar las cosas a como se le dé su regalada gana. Haz frases cortas que se puedan decir con una sola exhalación y sigue pidiendo”.

Tons, yo, siendo tan buena niña agarré un diario que tengo en el que escribo cada vez que se muere un Papa y entre una idea y otra, comencé a pedir; y después de unos cuantos meses mis pedidos (que son solo como cuarenta porque es bien complicado eso de saber qué carajos quieres), llámenlo coincidencia o casualidad o predisposición, han comenzado a concretizarse. Algunos de mis deseos más locos (eso es lo más genial de todo) han empezado a suceder, de forma inesperada y sorprendente.

Recuerdo que hace algunos años algo similar me sucedió. Encontré un trabajo de esos de oficina que te roban el alma, y todos los días el pensamiento más recurrente que me venía a la mente era: “quiero un trabajo que me permita viajar a lugares interesantes y geniales”, entonces la vida me dio lo que le había pedido (a su modo). Cambié de trabajo, comencé a supervisar obra, y un día me encontré disfrutando de un delicioso café de olla en un pintoresco pueblito chiapaneco perdido en un cerro (allá por casa de la chingada) y díjeme: “¡bueno está por andar pidiendo viajes!”.

Aún así, aquella loca idea se ha mantenido en mi cerebro: encontrar un trabajo que me permita viajar y descubrir nuevos lugares, nuevas culturas, nuevas cosas que me sorprendan y me hagan emocionar hasta las lágrimas…, ese ha sido mi sueño dorado por muchos años. Y aparentemente en estos meses tuve la posibilidad de estructurar mejor mi pedido.

Una de las cosas que más satisfacción me ha dado durante mi estancia en Italia, fue ser contactada por una importante institución italiana para ayudarles a traducir del italiano al español, para un grupo de restauradores cubanos que venían a hacer unos cursos de capacitación de este lado del charco.

Al inicio me dijeron que serían dos semanas, luego tres, y así hasta que llegamos a cinco; serían tres grupos distintos y yo los acompañaría y traduciría para ellos en las visitas que hicieran. El programa me pareció interesante, los morlacos nada despreciables, y además de uno que otro desacuerdo con la gente de mi escuela (justo es recordar que soy estudiante de nuevo), todo se pudo acomodar de forma bastante sencilla.

Así que nada, un lunes 26 de octubre de 2015 tempranito por la mañana tomé un tren para estar en Roma a las 9:00 am en las oficinas del Instituto Italo-Latinoamericano y comenzar con el programa formativo que tres grupos de cubanos (especialistas en restauración de distintos materiales) harían en varios puntos de Italia.

Mi impresión inicial fue buena, y fue mejorando conforme avanzaban las horas, poco a poco las sonrisas y el buen humor cubano me fueron contagiando y aunque hubieron momentos en los que el cansancio me ganó, la experiencia fue, citando a uno de mis muchachos: “en dos palabras: im-presionante (o en cubano “de pinga”)”.

En roma entramos a algunos de los laboratorios de restauración más selectos, como los del Instituto para la Conservación y el Restauro (ISCR) y los Laboratorios de los Museos Vaticanos; tuvimos (y digo tuvimos, porque siendo restauradora yo también intervenía) charlas con personajes sumamente importantes en el ámbito, y nos dejaron entrar a lugares que están completamente cerrados al público, como la Domus Aurea y la Transitoria (en el Foro Palatino) o la Iglesia de Santa Maria Sottoterra, y nos llevaron a ver las bellezas que están exhibidas en la Galería Borghese (con sus Berninis y sus Caravaggios). El David de Bernini me dejó sin aire.

De Roma nos mudamos a Florencia, y aquí tuvimos un tour guiado por los Laboratorios de Restauración del Opificio delle Pietre Dure (OPD) y nos dejaron ver un Leonardo, un Beato Angelico y un Vassari que están ahí expuestos y en proceso de Restauro (cerquitita, al alcance de la mano, ¡ah!), nos dejaron ver la forma en la que trabajan el Comesso in Pietre Dure que es una de las cosas más increíblemente hermosas que he visto; se entró a varios museos, fuimos a un par de villas de los Medici; y después nos trasladamos a Milán que tuvo el momento “ok vida, te pasaste y me sacaste las de san Pedro”: nos dejaron subir al techo de la Catedral de Milán, a sesenta metros del suelo, con los pináculos y susesculturas marmóreas frías al tacto, el atardecer comenzando a pintar el cielo de rojos, la ciudad completa a nuestros pies…, una ensoñación y una experiencia única que me hizo pensar “algo debo haber hecho bien para que yo una muchachita salida de Chiapas esté ahora mirando al mundo desde lo alto de uno de los edificios más emblemáticos de Italia”; sí chillé de emoción, alegría y nostalgia y más emoción.

Bologna sin grandes sorpresas. Ravenna con los bellísimos mosaicos de San Vitale y Gala Placidia. Y luego “casa nostra” en Santo Stefano en Sessanio, un pueblito perdido en la montaña con el aire frío y limpio, un cielo estrellado por las noches y el espectáculo de la niebla compacta cubriendo una llanura bajo nosotros, bello de verdad. L’Aquila destruida e intentando levantarse poco a poquito y ya de vuelta a Roma y Florencia para empezar de nuevo.

Los paisajes italianos son maravillosos, la comida (aunque estuvo algo contenida) fue buena, el vino nunca nos hizo falta, los postres exquisitos, las sorpresas una después de la otra y siempre más maravillosas; pero lo mejor fue la compañía.

Al lado mío tuve a veinte cubanos que a pesar de las circunstancias y el cansancio sonreían todos los días, veían con ojos de niño chiquito el mundo que se presentaba ante ellos, y disfrutaban cada segundo del día con un corazón rebosante de alegría. Además de ellos tuve al menos a dos italianos (mamá gallina y el grillito) con quienes todos los días intercambiábamos al menos diez llamadas telefónicas y muchos mensajes para asegurar que la estancia de nuestros pollitos fuera lo más cómoda posible.

Tuvimos nuestras experiencias que por desagradables o incontrolables se volvieron después motivo de bromas y más risas. Como el “autista autístico”, que aunque era muy bueno manejando el bus, era re bruto para ubicarse (aún teniendo un navegador GPS), era malísimo con los tiempos y además le tenías que sacar las palabras a cucharadas. O la cena para ocho que confirmamos dos veces, que aparentemente estaba lista y que cuando llegamos, el restaurant no sabía cómo atendernos porque no se les había informado nada. O las carreras para asegurarnos que los choferes llegaran a tiempo por los grupos para llevarlos a los aeropuertos…, en fin, fueron miles de cosas.

Y ahora, mientras escribo esto en la tranquilidad de mi casa, debo decir que comienzo a añorar la vitalidad de veinte extraños que en un mes se robaron un pedazo enorme de mi corazón; extraño el ajetreo, los miles de mensajes, los mails y las llamadas que hacían que mi día fuera movido y frenético. No extraño tener que lidiar con los choferes o los meseros impertinentes que se creen que por ser latino tienes menos control del que en realidad se te ha conferido. Lo que sí me hace falta es ese grupo de gente que bromeaba y encontraba siempre la forma de hacerme soltar al menos una carcajada y una palabrota al día.

La experiencia se terminó, no el 28 de noviembre del 2015 después de bajarme del tren que me sacó de Milán; sino el 29 cuando alrededor de las diez de la mañana recibí una llamada para confirmarme que los pollitos estaban en la sala de espera del aeropuerto (sanos y salvos) esperando el avión que los llevaría de regreso a casa.

A mis veinte cubanos, gracias por ser las bellas personas que son, espero pronto poder reencontrarlos. A las agencias que me contrataron, gracias por regalarme la experiencia más genial del año (aunque la trabajé así que no se hagan guajes y páguenme). Y a la vida, el destino, Dios y quien quiera que me haya cuidado y ayudado a que esto se hiciera realidad, gracias por darme una razón para sonreír y permitirme confirmar que todos los sacrificios que he hecho para estar en donde estoy ahora han valido la pena.

Gracias, mil veces gracias. 

martes, 29 de septiembre de 2015

No soy un ángel.

Este relato es también un fanfic/one-shot de Candy Candy, so... enjoy. 


No soy un ángel.


―Puede parecer que estoy del lado de los ángeles, pero ¿qué te asegura que soy uno de ellos?

La gente cree que he cambiado. Ella cree que he cambiado. Que he dejado mi pasado de maldades y groserías atrás. Que finalmente he visto la luz y que me ha dolido ver la clase de monstruo que siempre fui. ¡Já!

Me fue sencillo hacerles creer que estaba arrepentido. Fue tan fácil convencerlos de que era un pobre muchacho malentendido y falto de amor, porque la gente siempre escucha lo que quiere escuchar. Una actitud redimida y penitente me fue suficiente para tener primero su lástima, luego su compasión y, poco a poco, eso que ellos llaman comprensión. Creo que incluso me he ganado su cariño.

¡Tontos todos! Y estúpida ella. No se da cuenta que la utilizo para recuperar mi fortuna y limpiar un poco mi nombre. Está segura de que todo lo que alguna vez le hice se debió a las demandas de mi hermana o a la desatención de mis padres.

¿A caso cree que mi amargura se podía curar con un balde de agua fría derramado sobre una niña a la que no conocía? ¿Piensa de verdad que robé aquellas rosas (para ella) con la simple intención de sentir que formaba parte de la vida de mis primos y después recibir los mimos de mi madre? ¡Me dieron una golpiza (por su culpa), no un abrazo! Y mi madre se limitó a consolarme, jamás me dedicó una palabra dura para mejorar mi carácter.

¿De verdad cree que todas las cosas que hice al lado de mi hermana fueron únicamente para sentir que había algo que nos unía, porque ella era la única persona a la que podía considerar mi amiga? ¡¿Para qué me sirven los amigos?! Siempre he sabido que nací para estar solo..., sin cariño ni atenciones. Sin nadie.

He tenido años para aprender a actuar de acuerdo a la situación que se me presente. 

Mis padres querían un hijo modelo, y ante sus ojos fui el mejor de todos. Mi hermana quería un compañero de travesuras, entonces me volví su peón. Mis primos querían alguien a quien odiar y como no podían volcar su desprecio en una dama (mi hermana) les di al más despreciable de los truhanes. Ella quería vivir en un cuento de hadas y toda buena historia siempre necesita a un villano; yo solo le di lo que necesitaba.

Generalmente, opto por el desapego y la falta de interés, pero cuando mi matrimonio se canceló el día mismo en que se anunciaba, se me exilió de la familia y todos se rieron de mí, decidí cambiar de papel y ser alguien que nadie esperaba. 

Primero fui un perro apaleado con la cola entre las patas: dolido y con el orgullo herido, oculto de todas las miradas burlonas del mundo. Después…, después…, después fui muchas cosas: El pobre tonto al que madre y hermana repudiaron públicamente (ese fue particularmente bueno, nadie se enteró de que fui yo quien se alejó de ellas); el humillado niño rico que comienza desde cero (un antiguo socio de mi padre ofreció contratarme como recadero en una empresa que apenas comenzaba); el hombre creativo que fue ignorado en una familia de banqueros (alguien finalmente escuchó mis ideas y consideró que podían tener éxito). 

Sin darme cuenta pasé de valer nada a ser relativamente importante (por mérito propio) en una empresa que nada tenía que ver con el apellido de abolengo de la familia que me negaba. 

Fue en ese entonces cuando la volví a ver. Ella siempre sonriente, ahora heredera de una gran fortuna; y yo casi un Don-Nadie enfundado en mi amargura, trabajando horas extras como gerente creativo de una empresa que iba en asenso. 

Me miró con recelo, y yo tuve que esforzarme para bajar la mirada, morderme los labios y no gritarle lo mucho que la odiaba. 

Ella había destruido mi vida y era yo quien tenía que ponerse en el banquillo de los acusados. Fue casi como si sus ojos me dijeran: “sí, la culpa es mía, y puedo dársela a quien se me dé la gana”.

Por muchos minutos mantuve los ojos fijos en el piso, mi jefe preguntó si había algún problema, ella sonrió y negó con la cabeza. Yo me tragué mi odio, fingí que no era ella quien me escuchaba, presenté mi idea y ante su sorpresa, mi labor resultó ser buena. 

Comenzamos a trabajar juntos. Ella me decía todos los días lo que su loca cabecita (llena de magia y esperanza) quería, y yo me esforzaba en aterrizar cada palabra en una campaña publicitaria que no fuera descabellada.

Gracias a mi trabajo (o quizá sea nuestro) su clínica comenzó a ganar clientes rápidamente. El orfanatorio empezó a recibir donativos. Y luego vino el banco. 

Pasábamos horas juntos. Ella con su chispeante energía (agotador) y yo con mi adusto carácter. Día a día, ella venía con su mejor sonrisa, con ideas absurdas y yo la recibía siempre con silencios que ocultaban mi desprecio y mi humillación. 

Nunca le pedí perdón (¿por qué habría de hacerlo?). Ninguno hablaba del pasado, parecía que ella había olvidado todo, incluidas las muchas deshonras que me había regalado. 

Y un día descubrí mi nuevo papel: el hombre redimido, el alma en pena, el pobre penitente. Así me veía ella y la dejé hacerlo porque eso me hizo acreedor a un mejor salario, a un regreso paulatino a la familia y, sorprendentemente, al aparente respeto de los que me habían repudiado (incluidas mi madre y mi hermana, pero yo ya había dejado de necesitarlas).

Me gané su respeto, me gané su confianza y una mañana, con una de sus tantas espontaneas y tontas ocurrencias, ella me ganó una batalla: me hizo reír, sincera y abiertamente. Una risa de verdad. Una que no sabía siquiera que podía salir de mí. Me miró con sorpresa, con cariño y añoranza. Rió conmigo, después se acercó unos pasos, alzó una mano, acarició mi rostro y sin darme tiempo a reaccionar me besó. Sí, ella me besó. A mí que tanto la odiaba. Me besó con ternura y sin resentimientos. Y yo…, yo respondí su beso, con temor y un poco de recelo. 

La odiaba por todo lo que me había hecho sufrir, y no quería que volviera a arruinar mi vida. La había odiado por tantos años. Y ahora la odiaba más porque yo sabía ya quién era. Sabía ya que estaba destinado a estar solo. Que vivir sin esperanzas era la mejor manera de vivir. Había dejado atrás el papel de villano y me sentía cómodo siendo mi nuevo yo, no quería buscar ser alguien más. La odiaba aún más por darme esperanzas. La odiaba porque me había hecho reír. La odiaba porque me estaba haciendo feliz. La odiaba. Con todo el corazón y el alma entera ¡la odiaba! 

Pero ella me besó, y entre besos me dijo que se estaba enamorando del hombre que ahora era, del nuevo personaje que me había creado: el hombre bueno que ahora trabajaba para remediar los errores de su pasado. Y no pude contenerme más.

―Estás equivocada ―dije bajando la vista, y alejándome un par de pasos de ella.
―No, no lo estoy. He visto quién eres de verdad. ―“Este no soy yo”―. Eres bueno, eres inteligente, eres dulce, pero no sabes cómo serlo.
―No, no lo soy.
―Neal.
―Esto no ha sido más que un acto. Necesito el trabajo y me agrada lo que hago. Necesito el dinero. Yo…
―No eres malo ―“tampoco soy bueno”.
―No me digas que finalmente viste detrás de mi amargura y has descubierto que soy una persona incomprendida. No seas esa clase de persona estúpida. Sé que eres tonta, pero no eres estúpida.
―Yo…
―Sé que piensas que he hecho todo lo que he hecho buscando la atención de mis padres. Que nunca supe cómo expresar cariño porque jamás lo tuve. Que…
―¡Sh! ―dijo acercándose de nuevo, poniendo su mano en mi mejilla y haciéndome verla de nuevo―. Yo sé que eras alguien distinto. Pero has cambiado.
―Es un acto ―dije en un susurro.
―No. No lo es. Finalmente descubriste quién eres. Y eres maravilloso. Pero tienes miedo.
―¿No me digas? ―dije irónico―. Y puedo saber ¿miedo, a qué?
―A ser feliz sin la atención de tu familia ni la aprobación de los demás. A ser un hombre talentoso que no necesita de un apellido para forjarse un buen futuro. A ser bueno. A ser tú ―no podía verla a los ojos, pero al escuchar su voz conciliadora percibí su sonrisa.
―Puede parecer que estoy del lado de los ángeles, pero ¿qué te asegura que soy uno de ellos? 
―¿Y quién te asegura a ti que no lo eres?
―Candy, yo… No soy bueno.
―¿De acuerdo a quién? ¿A tu madre? ¿A tu hermana?
―A ti ―susurré―. Me lo dijiste hace muchos años y jamás he podido olvidarlo.
―Porque hace muchos años creí que era cierto. Porque hace muchos años lograste hacerme llorar en muchísimas ocasiones.
―Hacerte llorar siempre ha sido sencillo ―sonrió.
―Pero ahora eres distinto.
―Yo no estaría tan seguro.
―Pero yo sí. Te he observado por semanas, he compartido horas de tu trabajo. He visto cómo piensas, cómo descubres y cómo desarrollas. He visto la paciencia con que escuchas mis descabelladas ideas y les das forma; he visto la pasión con la que explicas tus ideas. Te he visto a ti.
―No soy lo que necesitas.
―¿Cómo?
―No soy Terry, ni Albert, ni Anthony.
―¡Claro! Porque eres un estúpido y un necio.
―Y también puedo ser cruel, ¿recuerdas?
―Si quisiera estar con Terry o Albert estaría con alguno de ellos, ¿no te parece? Pero estoy aquí, contigo.
―Porque Anthony está muerto.
―Y porque tú estás vivo, y eres real, y te quiero.
―No soy un ángel.
―¿Y quién demonios te dijo es un ángel lo que quiero?

Entonces levanté la vista y sus ojos se fijaron en los míos. Ella ya no era la niña llorona a la que disfrutaba molestar. Y yo ya no era el pobre niño rico que solo necesitaba a alguien con quién jugar. La vida había sido dura con ambos; a ella la había hecho más fuerte y hermosa y a mí me había dado la oportunidad de interpretar mi mejor papel: yo. Y en el camino nos había dado una segunda oportunidad.

No, no soy un ángel, pero en ese momento, refugiado en sus brazos, con sus labios acariciado los míos, sentí que se me concedía la oportunidad de tocar el cielo.


martes, 7 de julio de 2015

Book Review: "Candy Candy, Lettere"

Como lo decía en el post del volumen 1 de la Final Story (que pueden leer AQUÍ), esta reseña contiene spoilers y altos niveles de fangirleo... y será laaaaargo. So, lean bajo su propio riesgo ;)
----

Empecemos desde el principio. Datos del libro:



Nombre: Candy Candy, Lettere (Vol. 2, Romanzo)

Autor: Keiko Nagita (AKA Kyoko Mizuki)
Editorial: Kappalab
No. de Páginas: 245
Idioma: Italiano
Primera edición en Italiano 2015
(La encuentran en amazón AQUÍ)

'Ora sí ¡a lo que te truje chencha

Primero que nada, déjenme comentar que pre-ordené el libro a inicios de marzo para que me llegara en el momento en que saliera porque, no están ustedes para saberlo, pero la editorial (como todo buen italiano) dijo "sale en mayo" pero no exactamente cuándo, tons para no arriesgarme lo pedí con anticipación. 

El libro, que es re-lindo con su portada blanca y letras azules y una plumita dibujada, me llegó el día 28 de mayo pero hubieron dos cosas que hicieron que lo pusiera en el cajón de las lecturas en espera: 

1. Estaba releyendo los potters y me faltaban los últimos tres libros que son los que más me gustan y mi cerebro no se quería desprender voluntariamente de la historia de "el niño que sobrevivió"; y 
2. En cuanto saqué la novela de su empaqué cometí un gran error. Mi gana por saber quién era el pinche Anohito me traicionó, me hizo correr a las páginas finales (Harry Burns tiene la culpa... no quería morir sin saber el final) y no encontré ningún nombre que me dijera nada. Tons díjeme "si de todos modos me he de quedar con la duda..."

Así que nada, terminé de leer los potters, les di sus buenos días de luto literario, aun sigo traumatizada por la muerte de tantos personajes; y justo ayer finalmente agarré el libro y le dediqué sus buenas horas. Es muy sencillo de leer y aunque no termina como hubiese querido me emocionó, suspiré, me reí y sí, también chillé un poquito. 

Este segundo volumen está dividido en dos partes principales que corresponden, la primera a una narrativa de la historia en el San Pablo; y la segunda a una serie de cartas con eventuales comentarios en donde se cuenta todo lo que pasó después de que doña cachos se va de Londres. Tiene después un epílogo con más cartas a Albert (en sus tres versiones: príncipe, tío abuelo y señor Albert) y respuestas del wero a Candy. Y termina con un "postfacio" en el que Mizuki (seguiré llamándola así) explica el porqué de su decisión de dejar a Anohito en la ambigüedad. 

Sí, nos la aplicó de nuevo la muy canalla, Anohito sigue y seguirá siendo el ÉL que cada quién decida que sea, y yo he decidido aceptar la opción del Señor García, porque en las palabras de la misma Misuki: 

Mi intención siempre ha sido mantener cierta ambigüedad (respecto al EL de Candy) [...] Creo que desvelar este particular secreto equivaldría a robarle el sueño a los lectores que me han seguido por tanto tiempo. 

No voy a decir que no la entiendo, explicado así hasta bonito suena, pero... digo... o sea... ¡no manches!, tantísimos años esperando que me dijeran si Tarzán pecoso (Tarzan tutte lentiggine) se había quedado con el príncipe o había regresado con Terry o había aceptado a Neal o qué se yo... se había fugado con el Dr. Martin. Pero bueno, los caprichos de los autores son los que nos permiten seguir escribiendo o leyendo a quienes disfrutamos de los fics

Ahora, vámonos por partes (pienso meter citas del libro tons comienza el chisme) 

1. EL REAL COLEGIO SAN PABLO. 

He de confesar que esta me sirvió para agarrarle cariño a Terry, que es un personaje bellísimo aunque algo hosco, pero te das cuenta que su hostilidad no es más que una armadura, porque él en realidad es gentil, inocente, divertido, apasionado..., en resumen es lindo. También me permitió adorar con todas mis fuerzas a Stair-vida-mía-de-mi-corazón, que sale muy poco, pero sus apariciones son dulces y alegres y siempre te roba una sonrisa. Reforzó mi repudio a Annie y Eliza... y, sorpresivamente Albert casi no es mencionado, sale únicamente cuando Terry y Candy se encuentran en el Blue River cuando la cachos va a contarle que la castigaron y no participará en el festival de mayo, y basta.

Obviamente toda la primera parte está enfocada en Terry y Candy. Te va contando como poco a poco su relación se va desarrollando. Al inicio con amor apache, no se soportan pero no pueden evitar buscarse; después con cierta admiración involuntaria y así hasta que ambos se dan cuenta que se quieren, aunque sin llegar jamás a confesarlo. 

Las famosísimas frases "mona pecas" y "Tarzan con pecas" están allí, para hacer enojar a Candy y reír al lector (imaginando, claro está, la risa del Terry argentino). Los primeros indicios del Terry enamorado te los dan desde la página 14 con un: 

Pensaba participar yo también al festival, pero si ella no está, creo que no iré. 

Algo que disfruté y al mismo tiempo me frustró fue ver como Terry se pone celoso con la sola mención del nombre de Anthony. Y, he de decir que es algo que le pasaba también al sobrino cuando Candy recordaba al Príncipe. Creo que la pecas vivía confundiendo a la gente. A Anthony le vio cara de príncipe y a Terry cara de Anthony... o será que si uno le hacía recordar a otro, subconscientemente ¿Terry le recordaba al príncipe? ¡Ajá-já!(Sorry, sorry, me dejé llevar). 

Pero volviendo a los celos: 

-- ¿Y quién es este Anthony?
-- Un muchacho que se parece a ti... o mejor dicho, al inicio creí que se parecían... pero son completamente distintos.
Terry sintió surgir su rabia sin poder hacer nada para evitarlo.
-- Sabes, Anthony era muy bueno cultivando rosas.
-- Entonces sí que somos distintos en todo. Sería de verdad molesto parecerse a un tipo debilucho que amaba cultivar rosas. No, gracias.
-- Estás diciendo cosas horribles [...] él no era débil. Era un muchacho fuerte y valiente.
-- A sí, ¿y qué ha sido de este Anthony? Supongo que prefirió a las rosas que a ti. ¿Adiviné?
-- Anthony... murió... se cayó de un caballo.
¿Ha dicho que murió?
-- Pobrecito. Rezaré para que su alma descanse en paz -- dijo, dio la vuelta y comenzó a alejarse.
-- ¡Terry! ¿Cómo te atreves a hablar de ese modo? -- le gritó Candy y Terry no entendía por qué se sentía tan furioso
Quien ha muerto no puede regresar, murmuró el muchacho dentro de su corazón. 
[...] ¡No aceptaré que me hables una vez más de Antony! Terry se sorprendió de aquel pensamiento. ¿Qué le estaba sucediendo? ¿Cómo era posible que no pudiese quitarse de la cabeza a aquella muchachita llena de pecas y con la nariz aplastada? 

Sip, Terry estaba celoso, pero es gracias a él que Candy logra superar su temor a los caballos y eventualmente el dolor de la pérdida de Anthony. 

Les había dicho antes que las famosas palabras de Albert después del funeral no salen jamás, así que Candy no había tenido a nadie que la ayudara a entender que, si bien, Anthony había partido ella seguía viva y, muy a su pesar, tenía que seguir adelante. 

El tío abuelo, claro está, le regala los trajes de Romeo y Julieta. Candy empareja a Stair y Patty y luego se encuentra a Terry, que la descubre cuando se está poniendo el traje de Julieta. Luego bromean, se ríen, bailan un poco y, cuando la mensa le dice que la misma pieza que están bailando es la que bailó por primera vez con Anthony, el duquesito se pone como un energúmeno, y que la castiga con un beso. Pero la otra sonsa se pone digna y le da un señor cachetadón y pus el otro que no era nada sentido que se lo responde y ella le vuelve a sonar y le dice: 

-- Si hubieses sido Anthony... si hubieses sido él...
-- Si yo hubiera sido Anthony ¿qué? Él habría sido más gentil. Pero está muerto ¿no? ¿Cómo haces para saber lo que habría hecho un muerto? - dijo agarrándola con fuerza. 
-- Me haces daño... déjame. 
-- Te hago daño. ¡Pues pídele a tu Anthony que venga a salvarte! Puedes gritar todo lo que quieras, pero él no vendrá. ¡Está muerto! ¡Se cayó de un caballo y murió! ¿O me equivoco?
Llorando, Candy dejó caer la cabeza. Los ojos de Terry parecían llenos de fuego y estaban fijos en ella. 
-- ¡Te haré olvidarlo! ¡Yo haré que olvides a este Anthony!
Sin decir más, el muchacho se echó a Candy a la espalda y comenzó a caminar a grandes pasos. Se dirigió a su establo privado. 
-- No te muevas. 
Terry habló con un tono inesperadamente dulce y la levantó hasta dejarla en la silla del caballo, después él se acomodó tras ella. 
-- ¡Vamos Theodora!
El caballo comenzó a cabalgar y Candy, temblando, se abrazó a Terry. El caballo corría a toda velocidad entre los árboles. El sonido de los cascos, el aroma del bosque: era todo como antes, pero ella no quería recordar. No quería pensar en Anthony que se giraba y, en el caballo que corría... Candy lanzó un grito y cerró aun más fuerte los ojos. 
-- ¡Eso, grita! ¡Llama a Anthony! ¡Él no vendrá! ¡Olvídalo! Debes olvidarlo. Quien ha muerto no puede regresar. Ya no siente dolor, ya no siente nada. ¡Abre los ojos! Abre los ojos y mira a tu alrededor.

Sí, sí, lo sé. Cuando lo leí yo también quise darle un par de golpes a Terry por ser tan bruto, pero fue precisamente esa agresividad la que hizo que Candy dejara de andar lamentándose por los rincones, llorando por su novio (que no fue novio) muerto. Y fue precisamente ese momento tan fuerte el que terminó de cimentar la relación entre ellos, fue el que fijo su amistad y fue el que me permitió ver que Terry también sufría, por algo que aún no se explicaba (luego te dicen que su papá no se interesaba de él y que sufría porque su mamá le había pedido que se fuera), pero que su forma de vivir las pérdidas era osada. Él luego se disculpa por haber sido tan brusco, pero no por haber hecho lo que hizo. 

¿Se acuerdan también que les había dicho que no salía la famosísima y odiada (al menos por mí) escena de celos de Annie? Pues sí sale, pero en otro momento. Annie, después de ignorar categóricamente a Candy por un montón de tiempo, un bien día le manda una nota donde le pide que se encuentre con ella y entonces, chillando y todo le ruega que por favor no le quite a Archie (uleeeeera!!!), y por chillona es que la cacha Eliza. Es justo ese día, mientras Annie le llora a Candy que Eliza la sigue y se entera de que ambas son huérfanas y le va con el chisme a Archie, pero él siendo el bello caballero que es le dice un "no importa de dónde vienes, nada puede cambiar lo que eres"

Luego viene Escocia, ¿suspiros? ¿Hartos, cierto? 

Sí, aparece la escena donde Terry salva a Eliza de ahogarse mientras Stair y Archie la ven y Neal les grita "no sabe nadar", "pues chíflale" (este... no. Se me mezclaron las historias). Y cuando Candy se encuentra por accidente a Eleanor Baker en la casa de Terry, y él le esta gritando que se vaya y Candy le pide que no sea grosero, que sea sincero y le diga la verdad a su mamá, que le diga cuánto la quiere y extraña. Y luego la mágica escena de cuando a Candy no la invitan a la fiesta blanca de Eliza y Terry la encuentra y la invita a pasar la tarde con él en su casa. 

A su regreso a Londres, Candy se encuentra con una carta de Albert en la que le comunica que se irá a África a trabajar primero en un hospital para seres humanos y le dedica un lindo "entre nosotros jamás podrá haber un adiós". (¡Mi vido!). [Después en una de las cartas del epílogo Albert le confiesa a Candy que se fue a África sin decirle nada a nadie (nadie=George y los Ardlay), porque quería descubrir si podía vivir solo sin necesidad de disponer de los contactos ni el dinero de su familia]. 

Y después viene la trampa de Eliza, que luego de despotricar contra Candy recibe un "Te agradezco mucho la advertencia. Y ya que andamos en esto, ¿puedo pedirte decirle a Candy que tenga cuidado de mí? Dile que Terrence es un fumador, que bebe, que roba y es un peleonero. Dile que soy un delincuente que ha infringido las reglas miles de veces". Son esas palabras las que llevan a Eliza (ardida!) a meter un par de notas bajo las puertas de las habitaciones de Candy y Terry, y los lleva a encontrarse en los establos, solo para que allí les cayera el chahuistle, es decir la Hermana Grey. Obviamente a Terry no lo querían castigar, pero él le dice a la directora que no le parece justo y pide que le apliquen a él el castigo de los dos y se va del colegio dispuesto a seguir su sueño en Estados Unidos. 

Cuando Candy se entera sale corriendo pero no lo alcanza y ya ahí termina la parte del colegio, con una carta dirigida al Tío Abuelo en la dice que se regresa a casa y le regala su diario para que entienda por qué. 

2. LAS CARTAS. 

Esta parte es interesante porque es una forma rápida de contar lo que sucedió cuando Candy decide dejar también el San Pablo, y te presenta a la Candy del presente (recordemos, 20 años después de la muerte de Anthony), que está leyendo las cartas que tiene guardadas en un joyero de madreperla que ha pertenecido a la familia de ÉL por mucho tiempo, ahí tiene guardados sus tesoros: el amuleto del príncipe, la cruz de la hermana María y un pañuelo de Terry. 

Las cartas van dedicadas a las personas que conoció durante su viaje, los Carson, Cookie, el capitan Nieven, el señor Juskin, y también a Terry, Archie, Stair, Patty, Annie, etc.; y cuentan sus peripecias. 

Mediante las cartas narra cómo se metió de polizón, cómo regresó a la casa de Ponny, cómo decidió empezar a educarse para ser enfermera... lo de New York, la muerte de Stair, cómo encontró al Albert amnésico... cómo descubrió quién era el tío abuelo. 

De todas estas me gustaría rescatar pedacitos que hablan de Stair, que fueron los que más me llegaron, así que, ay les van: 

De Stair a Candy (antes de regresar a Chicago): 

Sin ti, la escuela es triste y oscura. Sabes, yo no hago más que pensar en cómo crear un virus de la paz que pueda dispersar por los cielos, en modo que, al respirarlo, la gente deje de sentir toda esta gana de combatir. 

Recuerdo de Candy: 

Mi recuerdo de su imagen en aquel banco rodeado de niebla matutina... es el último recuerdo que tengo de él. Fue justo ahí donde me dio la cajita de música de la felicidad. Cuantas veces su música me ha dado consuelo. 

(btw, a Candy no le dan chance de ir al funeral de Stair)
Carta de Archie a Candy (triste):

Nuestros padres están desolados, y no hacen más que sufrir por la muerte de Stair. Y la tía Elroy parece no haber probado bocado en días. ¿Cómo pudo Stair hacernos esto? Y dime, ¿qué puedo decirle a Patty? No debía haber partido a la guerra. ¿No había regresado a Chicago justo para alejarse del conflicto? Anthony y yo considerábamos que Stair era demasiado tranquilo, pero probablemente, de todos nosotros era él la persona más pura y en grado de hacer grandes hazañas. ¿Pero, por qué se enlistó voluntariamente? Los Estados Unidos aún no están en guerra. Seguramente no lograba estar aquí mientras que en el mundo tantos jóvenes como él luchaban. Como sea que hayan sido las cosas, me he quedado solo. Nosotros tres (Anthony, Stair y Archie) crecimos juntos, jugando y tratándonos como hermanos. En el mismo momento he perdido a mi hermano y a mi amigo. La vida de Stair y Anthony era tan luminosa... 

Carta a Candy de Rolf Baughmann (el general de Stair)

La sonrisa de Stair, luminosa y pura, sin duda trajo, a esta situación claustrofóbica, un gran consuelo a muchos de sus compañeros, entre los que me incluyo. Se definía a sí mismo como un gran inventor, pero la mayor parte de las veces, sus creaciones se transformaban en fuentes de hilaridad. Una vez, durante sus ejercicios de vuelo logró dibujar un arco iris en el cielo. Probablemente, Alastair Cornwell era un hombre muy lejano a la realidad de la guerra. Stair se fue, desapareció en el sol del atardecer. Yo creo que combatir era para él como una plegaria. Por las noticias que he recibido parece que no le faltaron las oportunidades para golpear a su enemigo, pero Alistair Cornwell decidió inmolarse. Me han dicho que su avión, más que caer pareció lanzarse con ímpetu hacia el sol. Quiero que sepa que aquel día el sol del atardecer se iluminó con una luz intensa, maravillosa y dulce, como nunca antes había visto. 

Carta a Candy de Patty:

En aquel momento pensaba que seguiría a Stair en la muerte. Se enlistó sin decirle nada a nadie. Si lo hubiese sabido lo habría detenido con todas mis fuerzas, me había convencido a mí misma de que él no me había amado jamás y me sentí triste y dolorida.¡Yo lo amaba! Estaba de verdad enamorada de él y lo consideraba mi novio.

Ah, mi Stair que era tan lindo! Sí, chillé un poco y qué. La verdad es que nunca entendí, como bien lo expresa Archie, por qué siendo él un ser tan pacífico y alegre había decidido enrolarse al ejército. Pero, supongo que siendo un eterno idealista, pensaba que haría más bien ahí que estando quieto y a salvo en casa, pero me dolió que se muriera... y mucho. 


Luego, en una carta de Patty a Candy es cuando nos cuentan que Albert llegó al hospital Santa Juana: 

¿Es cierto que han encontrado al señor Albert en el hospital en el que trabajas? Me han dicho que en Italia ha vagado por distintos hospitales de campo y refugios para prófugos. Creo que ha sido obra del Señor que haya llegado hasta donde estás tú. La guerra es algo realmente de temer. 

Te cuentan también en una carta, que a Candy la despiden por insistir en ayudar a Albert. A él lo habían designado a una zona del hospital a la que mandaban a todas las personas que no tenían familia ni nadie que los cuidara y ella no podía estar en paz con eso. 

Y te dicen que después de que Albert se va de la casa Magnolia, y después de haberlo buscado como loca, a ella la invitan a la inauguración de un Hotel en Miami de la familia Lagan (que son exitosos hoteleros), en la que le informan que quieren casarla con Neal por órdenes del tío abuelo. Ella, entre enojada y triste le pide a George(s) que le diga dónde puede encontrar al viejo tío abuelo y se va a buscarlo a Lakewood, donde descubre que el anciano y excéntrico jefe de los Aldray no es otro que su querido y extraviado amigo amnésico (y se la arma de tos).

En todas las cartas siguientes en las que se refiere a Albert como el Tío Abuelo, lo hace en tono mordaz, porque es su venganza, y el wero la deja hacer lo que quiera. 

Hay una carta de Annie que me sorprendió bastante. En ella le pregunta a Candy por qué no le tiene confianza para contarle lo que pasó con Terry. Le dice que ha estado investigando y que ha descubierto que Terry decidió comprometerse con Susana (que sí la odias un poco) y que ella no se habría dado por vencida, que habría luchado e intentado de todo para seguir con él. Pero luego Candy le cuenta lo del intentó de suicidio de Susana y que Terry y ella jamás habrían sido felices teniendo a Susana como una sombra.

Después cuentan el Hamlet de Terry y la parte de Rockstown y hay con una emotiva carta (no enviada) a Terry con un "yo estaba enamorada de ti". 

La parte de las Cartas termina con (primero) una carta en la que Candy no acepta la invitación de Eleanor a Hamlet. Luego habla de un recorte de periódico donde se habla de la muerte de Susana (que nunca estuvo casada con Terry) y el final-final es una carta de Terry donde dice "para mí nada ha cambiado. No sé si alguna vez leerás estas palabras pero quería que lo supieras". 


3. CARTAS ENTRE CANDY Y ALBERT. 

El tono sigue siendo bastante formal. Candy lo molesta llamándolo Tío Abuelo, o Señor Albert, o Príncipe de la Colina. Él encarecidamente le pide que no lo llame príncipe, le dice que tolera lo de tío abuelo porque ya ni modos, aunque lo haga sentirse viejo, entiende que sea su forma de vengarse por haber guardado el secreto por tanto tiempo. Le cuenta por qué estaba en la colina de Ponny cuando la conoció, diciéndole que después de la muerte de su papá (su mamá muere al dar a luz), él se queda con la responsabilidad de ser el jefe de la familia, pero era muy joven, tenía ocho años, entonces los ancianos de su familia lo esconden y lo tienen prácticamente encerrado para que nadie sepa quién es. Cuando tenía diecisiete años, se harta, agarra un coche y se intenta escapar, llega a la colina y ahí es donde la ve y desde el inicio se queda prendado de ella. 

He de decir que no hay ni una sola confesión directa de Albert, pero todas sus cartas tienen frases que te hacen decir "¿así o más claro?", pero seguramente también me pueden decir que, siendo Albertmaniaca, veo lo que quiero ver. Pero vamos, que hombre (aunque sea personaje de cuento) le confiesa a alguien que es "el príncipe de la colina" después de esperar que el tiempo fuera más o menos el mismo que había la primera vez que se vieron y sin mayores cosas le dice simplemente "¿me puedes regresar el amuleto que perdí?". Ella llora, él la consuela y cuando ella le dice "¿soy más bonita cuando sonrío?", él le contesta: "ahora eres bella hasta cuando lloras"... Le dice además un "había recuperado la memoria pero no quería alejarme del calor de nuestra convivencia"... o sea ¡jelou! y le confiesa que su hermana le decía Bert, que era la única que lo hacía y le da permiso a ella de llamarlo así... ¡muero bien muerta!

Y en el final del epílogo la pinche Misuki, solo te dice que su ÉL regresa a casa que ella le dice "Bienvenido" (o bien regresado), se lanza a sus brazo y ya... FIN. ¡Se pasó!


Anohito seguirá siendo ÉL, pero ¡vaya que disfruté la lectura! Espero que ambos libros pronto estén disponibles también en español para que muchas más loquitas puedan suspirar y reír y llorar como yo. Y nada, gracias por aguantar este larguísimo post, espero que les haya gustado y a Candy-Candy, Lettere le doy cinco Pouppes (que por cierto Albert la deja en África y se muere de viejita sin que el wero se haya despedido). 



Y 'ora si ya... tan-tan. FIN. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

Fanfiction, el Plagio y Yo...

Gente, hola. En este post voy a hacer referencia a algunas cosas usando mi lenguaje cotidiano (que para algunas personas puede ser algo soez, no quiero herir sensibilidades ajenas, pero así hablo así que sorry)


Ok, quienes me conocen saben que desde hace algunos años (ocho más o menos) comencé a escribir Fanfiction de Candy Candy, en los foros de Candy-Blanca, Delirio por Albert y Albertmania, entre otros. Escribir (fanfiction o no) es algo que me ha ayudado profundamente para callar esas vocesitas que generalmente andan dando vuelta en mi cabeza, (chinga y jode), diciendo miles de cosas. Escribir me ha servido para curar heridas, para expresar ideas y sentimientos y para miles de otras cosas más; y generalmente comparto mis historias en foros online donde son leídas, criticadas, apapachadas, desbaratadas y demás. 

Pero, ustedes me preguntarán: "¿qué carajos es Fanfiction?", pues dénjeme les explico. Si traducimos directamente del inglés Fan-Fiction es literalmente: Ficción de Fans. "Pero toda historia es ficción" me dirán ustedes; y sí, (a menos que sean libros históricos o biográficos) prácticamente todas las historias son ficción, pero éstas tiene la particularidad de basarse en personajes y situaciones ya existentes. "O sea, ¿cómo?", o sea, tu autor de fics (abreviatura de Fanfiction) tomas prestados los personajes de un libro, película, serie de tv, manga, comic, anime, etc.; algunas situaciones y/o incluso lugares y les creas una historia nueva. 

Ejemplo. Escribo algo de Harry Potter (nunca lo he hecho) porque, no sé, Dobby es mi personaje favorito y no me gustó que muriera. Entonces puedo cambiar la escena de su muerte y decir que Bellatrix solo lo hirió pero que no lo mató. Puedo contar una historia desde su punto de vista en la que el Elfito-lindo-mi-vido-lo-adoro, cuenta cómo era su vida con los Malfoy y qué sintió cuando finalmente un calcetín sucio lo hizo libre, y darle un poco más de impacto a su despedida de Harry. Puedo incluso hacer un cross-over (mandarlo a otro universo) y decir que después de que Bellatrix casi lo mata, entra en coma y estando en ese estado viaja a la tierra media donde es confundido con un orco... yo que sé.

Los fics te dan la libertad de hacer lo que se te dé tu regalada gana con los personajes (ya serán los fans que te lean quiénes te den de cachetadas por tus faltas de respeto a las historias canon)

El punto está en que tomas un universo que ya existe (personajes, situaciones, reglas, etc.) y lo cambias a tu gusto. Es algo que ha existido en la literatura por muchísimos años (no me crees, qué me dices de la nueva Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton, o las continuaciones apócrifas de Sherlock Holmes y el Quijote), y estoy segura de que seguirá existiendo, principalmente porque te da una base ya bien sólida y que conoces muy bien para comenzar a escribir. Conoces la sicología de los personajes, sus descripciones, los lugares y momentos que los definen, etcétera. 

En lo personal, he escrito fics en los géneros: Universo Alternativo (mismos personajes, otro entorno o tiempo); Songfics (fics basados en la letra de alguna canción), Minifics (fics de menos de diez capítulos) y One-Shots (fics de un solo capítulo con más de mil palabras).


Ahora bien, el tan temido Plagio

Los fics, no son considerados plagio porque no son historias que se escriban con fin de lucro, es decir: no se venden (aunque amazon ha generado Kindleworlds una plataforma en la que algunos autores han permitido que sus obras puedan tener fics vendibles)

Los fics se publican en plataformas como fanfiction.net donde miles y miles de fans escriben, leen, critican y se divierten con finales alternativos y otras cosas locas. 

En este post hablo del plagio, principalmente porque hace un par de días publiqué un One-shot de Candy Candy en fanfiction.net y una persona comenzó a comentar con insistencia "Esto es un plagio de la historia de fulanita". Cuando leí el primer comentario díjeme: "¡Ah, Chingá!, pus preséntenme con la doña-fulanita porque está cabrón encontrar a alguien que piense y escriba igual que yo"; luego me entró la curiosidad (porque no había escuchado jamás hablar de la doña-fulanita ni de su historia), así que la busqué y la leí; y mi reacción fue: "¡no mamen! si no saben qué carajos es un plagio, entonces cállense los ojos". 

Mi historia y la otra tienen en común dos cosas: 1) Se centran en un villano y lo plasman como un pobre malentendido, y 2) Ese villano se queda con la protagonista. 

Así que me fui corriendo a ver que opina la RAE del plagio y elocuentemente dice: "acción de plagiar" (gracias por la ayuda, RAE, me sacaste de dudas ¬¬), y plagiar es: "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias". En otras palabras, agarras la historia de doña-fulanita, la copias, la pegas, le cambias un par de palabras (muchas veces ni eso) y dices que lo escribiste tú (¡así de huevos!).

Debo decir, que después de pasar ocho años escribiendo (bien o mal), me he dado cuenta de lo difícil que es hacer que una historia parezca historia; de que poner tus ideas de forma ordenada en papel no es sencillo (las palabras y la musa pueden ser bien hijitas de la chingada cuando quieren); y que hacer una narrativa y diálogos que sean medianamente fluidos es bien pinche complicado. Por ello jamás podría copiar la obra de alguien más, y teniendo la formación académica que tengo, sé que el plagio además de ser una culerada puede ser penado (en algunas Universidades si te cachan plagiando ideas de alguien más te pueden expulsar). Así que de nuevo, ¡no mamen! el plagio y yo no nos llevamos. 

Recuerdo que este fue un tema algo peliagudo al que nos enfrentamos en un foro al que quiero mucho, cuando alguna de nosotras escribió algo basado en Candy Candy y en otro libro sin comentarlo con nadie; el grupo se vio en la penosa necesidad de remover la historia, ofrecer disculpas y regañar a la compañera. 

¿De verdad creen que me lanzaría a cometer esa clase de errores? En serio, de veritas, de veritas: ¡no mamen! 

Como conclusión solo diré que escribir Fics es bueno (ayuda un chingo) y plagiar es malo (no lo hagan y no digan que lo hice sin antes informarse)

Y ya. Fin. 

---

P.S. Si a alguien le interesa, la historia (mía) que ha sido tan vilmente acusada la pueden leer AQUÍ.

Chaolín. 


miércoles, 25 de febrero de 2015

Book Review: Candy Candy (la novela)

Warning: Este post tiene una buena cantidad de fangirleo, entre bajo su propia responsabilidad. 


Bien pues, finalmente, después de años y años de espera, Keiko Nagita (mejor conocida en el Candymundo como Kyoko Mizuki) ha decidido regalarnos el final de la historia del amado, querido, adorado y muy discutido Manga/Anime japonés de aquella chiquilla huérfana, llorona, con la cara llena de pecas y dos coletillas rubias. 

Sí, sí, lo sé, Candy Candy es visto por muchos como una historia para niños, pero déjenme decirles que están equivocados (al menos un poco). Sí, también sé que es una trama demasiado dulce para lo que generalmente leo/veo/escucho; y que es ligeramente empalagoza y super de niña y así, peeeero: ¡qué m'importa! Amo la historia y a sus personajes con toditito mi corazón (que termina derramando azúcar después de cada capítulo). 

Para aquellos que no estén bien familiarizados con el Candymundo, puede parecer extraño que un manga llevado a novela se vea como todo un suceso (y quizá no sea la gran cosa), pero para los Candyfans, es el momento culminante en el que sabremos el final-final-final de todo. Si se quedó con Albert o con Terry; o si se dio cuenta de que Annie le caía mal y solo por hacerla sufrir le bajó a Archie; si entendió que Neal no era malo, solo malentendido y necesitado de cariño, y siendo ella tan amorosa decidió estar con él; si Stair no estaba muerto (andaba de parranda) y cuando volvió a verlo su corazón brincó de alegría y comprendió que su vida estaba al lado suyo; si Anthony resurgió cual fénix de sus cenizas y les dijo a los demás "háganse a un lado que ahí les voy"; si..., si..., SI.

La novela, originalmente, se publicó en japón en 2010, pero..., yo..., este..., pues..., ¡no hablo japonés!, entonces no podía saber más de nada hasta que algún alma caritativa se diera a la tarea de traducir los textos; y por aquí y por allá, en algunos foros y en algunos grupos se han venido haciendo traducciones (que son super bienvenidas), pero que no son lo mismo que un libro impreso al cual aferrarte. 

Afortunadamente (¡aja-já!), una editorial italiana consiguió los derechos de traducción y publicación de la "Final Story" y la comenzó a comercializar a principios de este año; lo que hace que fanáticos como yo (flojos y emocionados), finalmente podamos tener la oportunidad de saber qué pasó con la vida de Candice Whithe Ardlay, y lo más importante de todo: ¿quién demonios es Anohito?

Así que: ¡a lo que te truje chencha!





Datos del libro. 

Nombre: Candy Candy (Vol. 1)
Autor: Keiko Nagita (Kyoko Misuki)
Editorial: Kappalab
No. de páginas: 259
Idioma: Italiano
Primera edición en italiano 2014
(Lo pueden encontrar en Amazon aquí)



El libro comienza con un prefacio hecho por la misma Misuku (me permitiré llamarla así porque así es como la he conocido por añísimos), en el que ella misma cuenta que Candy Candy es una historia que: 

Nace hace cuarenta años como un manga [...] que se publicó por alrededor de cuatro años [...] y que con los dibujos de Yumiko Igarashi, obtuvo tanto éxito que fue convertido en un anime que se difundió por todo el mundo.

De acuerdo a lo que la misma Misuki cuenta, la primera versión de la Novela se publicó en Japón en 1978 y se reimprimió en 2003, todo con base a los bocetos que ella guardaba. Dice también que decidió escribir la novela porque había aún muchas cosas por contar (¡no me diga!). Una de las cosas que más me llaman la atención es que la autora dice que el manga estaba destinado a un público de una edad específica (jóvenes), por lo que tenía que seguir muchas reglas, y que esta novela es su forma de desprender la historia del manga y llegar a un público más adulto.  

Y me encanta también su respuesta a la pregunta: ¿Por qué si usted es japonesa cuenta la historia de una chica extranjera?

(Porque) El enamoramiento, el amor y el sentimiento que nos une a otra persona son iguales en cualquier parte del mundo. 

¡Ah, el amor! Supongo que quienes leen esto están bastante familiarizados con la historia original así que no voy a poner spoiler-alerts porque no los considero necesarios (pero si no conoces la historia mejor no sigas leyendo)

El Volumen 1 de la Novela no nos dice prácticamente nada nuevo. Es la misma Candy (20 años después de la muerte de Anthony), que vive fuera de los Estados Unidos y nos cuenta sus recuerdos (su veldá)

Comienza diciendo que la Señorita Pony había estado enferma y que ella había estado demasiado preocupada por su salud y que: 

Nunca antes había odiado el hecho de encontrarse del otro lado del mar. 

Esa es la primera pista que se nos da. Luego dice que echa mucho de menos el Hogar de Pony, pero que ha tenido la fortuna de que "él" (ahí está el pinche Anohito) encontrara en un mercado de pulgas de Londres, una pintura a olio de 53x41 centímetros (que "él" ha colocado para que ella pueda verlo desde cualquier ángulo), que pintó uno de los niños del hogar llamado Slim. 

(Abro paréntesis). Afortunadamente los nombres de la traducción italiana, en su gran mayoría, son muy similares a los que teníamos nosotros en español, hasta el momento solo me han cambiado el de la Hermana María (que en italiano es Suor Lane), el apellido de los Leagan (aquí Lagan), el apellido de los Britter (Brighton), y diré que finalmente me aclaran que los Ardlay no son Andrew, ni Andrews, ni Andley, ni otros muchos. 

Nos dan también el nombre completo de la Señorita Pony: Paulina Giddings, quien le cuenta a Candy que le dicen Pony porque cuando era pequeña se parecía mucho a un cavallito chiquito y gordito que tenían sus vecinos (me la como). Y la hermana María se llama Lane Roach.  (Cierro paréntesis). 

Los recuerdos de Candy entonces van narrando la historia que ya sabemos. Que es una huérfana que fue abandonada frente a la puerta del Hogar de Pony en el mes de mayo, que Annie había llegado una semana antes y que crecieron como hermanas, rodeadas de otros muchos niños entre los que menciona a Tom, y dice que cuando tenían alrededor de seis años Annie fue adoptada por los Brighton.

A diferencia de lo que se ve en el anime, es precisamente en ese día cuando conoce al "Príncipe de la Colina". Después de haber convencido a Annie de que ser adoptada era una cosa buena y haberla acompañado al coche en el que la esperaban sus nuevos papás, sin haber derramado una sola lágrima le dice adiós a su hermana, y cuando deja de ver el coche se da permiso de llorar, pero lejos de todos para no preocupar a nadie. Sube a la Colina y se deja caer y llora su pérdida (a todo pulmón), entonces se da cuenta de que "su llanto suena como el aullido de un lobo hambriento" y comienza a reír y: 

-Justo como pensaba. Eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras.
Al escuchar esa voz, dulce e inesperada, Candy levantó el rostro sorprendida. Al fondo del cielo, se delineaba la figura de un muchacho con una vestimenta extraña. La observaba desde lo alto riendo y llevaba en hombros un objeto extraño similar a un corazón que alguna vez había visto en una enciclopedia ilustrada. ¿Quién era ese muchacho que parecía haber bajado de improviso del cielo? 
- ¿Vienes del espacio?-, preguntó atónita.
El muchacho comenzó a reír y respondió: -Dices cosas muy divertidas, pequeña. Pero, aunque me veas vestido así, te garantizo que soy un ser humano. 

Y sí, así aparece y desaparece el príncipe de la colina. Llega y se va de improviso, pero no fue un sueño, porque después de irse Candy aún escuchaba su voz decir "Eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras", y entonces encuentra el amuleto del príncipe, y se lo queda con la esperanza de volver a ver pronto al muchacho y regresárselo, pero no lo ve nunca mas, y... 

La historia que continúa sigue siendo la misma. Candy se va con los Lagan para ser la compañera de juegos de Eliza. Obviamente Eliza y Neal le hacen la vida de cuadritos. Un día, después de que le rompen una carta enviada desde el Hogar, Candy se deja llorar por primera vez (eso sí, en el libro no es tan llorona) y ahí conoce a Anthony: 

Sentado sobre un portón de hierro arcado y rodeado de miles de rosas de color rosa estaba su príncipe de la colina, observándola. 

También aquí lo confunde inicialmente con el Príncipe, porque él le dice exactamente lo mismo "eres mucho más linda...", pero luego dice que "tanto la sonrisa como el cabello del muchacho eran de un color más apagado que los del príncipe"... pero también dice después que el cabello del príncipe era castaño y el de Anthony dorado =S

Me encantó particularmente su encuentro con los hermanos Cornwell. Archie (el Valiente Caballero de la Puerta de Piedra), dormido en una barca que desde el inicio es un galán: "es muy difícil ser del agrado de tantas mujeres". Y Stair (ah, mi adorado Stair), ingenioso y dulce (el Rey de las Invenciones de todo el Mundo), intentando llevarla de vuelta a la Casa Lagan en el auto que se construye él mismo y que termina hundido en el fondo del lago. 

La Tía Elroy es particularmente ruda y odiosa, pero entiendes claramente lo mucho que quería a sus tres sobrinos. 

Albert, por supuesto que la rescata de la cascada, y ella lo confunde con un pirata: 

-¡Ayuda, un pirata! -gritó de improviso agarrando fuertemente sus cobijas.
Un hombre de largos cabellos castaños (eh, castaños), la miraba detenidamente. La mitad inferior de su rostro estaba cubierta con una barba, y usaba lentes de sol [...]
- ¿Ha sido usted quien me ha salvado?
- Así es [...] pero es de verdad terrible que me trates de "usted". Tal vez no lo parezca, pero soy joven, ¿sabes?
El pirata se levantó los lentes, revelando unos ojos de un azul claro similar al color del lago por la mañana.
-Se ve mucho mejor sin los lentes, señor. ¡Así ya no parece un pirata!
- ¿Aún con esto de "señor"? No soy ni un señor ni un pirata -dice el hombre riendo divertido-. Me llamo Albert y esta es Poupe [...]
Aunque apenas lo había conocido, por algún motivo misterioso sentía que podía contarle todo.  

La relación de Candy y Anthony nunca llega a consolidarse. Ella le confiesa que él le gusta y él le murmura que también siente algo por ella. Él le regala las Dulce Candy (que son de color rosa) y ella lo quiere más. Él le confiesa que su mamá murió en otoño, se pone celoso porque Candy lo confunde al inicio con el Príncipe, luego le dice que le encantaría conocer el lugar en el que ella creció y después... se muere. 

La muerte da Anthony la manejan de una forma menos dura. Es trágica por supuesto, y triste, pero Candy dice que aún le duele recordar ese día así que prefiere hablar poco de él. (La escena de la gitana no existe, por ende, el capítulo donde se escapan a pasear por la ciudad tampoco)

Recordando hoy aquel terrible presentimiento, creo que tal vez mi corazón sabía ya lo que estaba por suceder [...] Una tragedia dolorosa, aun cuando sea solo un recuerdo... Un día que quisiera no haber vivido jamás, pero que no puedo olvidar de ninguna manera. Seguramente todos vivimos cargando en el corazón recuerdos como ese [...] Es de verdad cierto, que cuando las personas se van, reviven en nuestro corazón y se vuelven incluso más bellas de como eran antes [...] No había ruidos. No he escuchado siquiera mi voz gritar [...] Anthony Brown tenía solo quince años. Era un muchacho gentil que amaba las rosas. 

Después eso, Candy regresa al Hogar para sufrir su luto y la linda escena de Albert consolándola, no sucede. Es el recuerdo de Anthony el que la hace sentir mejor. 

Algo que me sorprendió y que no esperaba, porque... pues, no he leído todas las traducciones de los foros, fue el siguiente párrafo: 

Ahora la casa de los Ardlay en Lakewood pertenece a otra familia, y finalmente, los Lagan se han convertido en simplemente un lindo recuerdo. 

Sí, ya sé. Eso no quiere decir que los Ardlay hayan perdido sus propiedades. Que a final de cuentas, la casa de Lakewood la usaban solo como una casa de verano; y el párrafo de arriba tampoco dice que los Lagan dejaron de existir; pero cuando leí díjeme "¡ay wey!, ¿qué?, ¿cómo?, ¿dónde? y ¿por qué?". Recordamos que son 20 años después de la muerte de Anthony (yo si creo que está viviendo cerca del río Avon de Inglaterra) y que es después de la guerra, así que me sorprendió; sobre todo porque he leído fics en donde los Ardlay pasan muchas penurias por la crisis y los Lagan son alejados de la familia (confieso que le tengo cariño a Neal, sorry). Pero, pues eso lo tendrá que aclarar en el Vol. 2. 

Después de estar un tiempo en el Hogar (se me olvidó que cuando la mandan a México, George la salva y le comunica que el Sr. William A. Ardlay ha decidido escuchar las súplicas de sus sobrinos y la va a adoptar), Candy cree que ya no es hija de los Ardlay, pero un día, el buen y lacónico George llega en su lindo coche nuevo y le dice que el tío abuelo ha decidido que la señorita debe estudiar en Londres, así que se sube a un barco y mientras está el festejo de año nuevo y ella aún llora a Anthony:

Mas allá de un banco de niebla, le pareció distinguir la figura de una persona. Cuando logra verla con claridad logra también distinguir los hombros de un muchacho. Él estaba apoyado en el borde del barco (sorry se me olvidan los sinónimos de parapeto) [...] Aquel muchacho se parecía mucho a... la misma postura de alguien que está sumido en sus pensamientos, los cabellos suaves acariciados por el viento [...] La niebla se alzó un poco más y ella logró ver claramente el perfil del muchacho. Estaba llorando. "Me recuerda el perfil de Anthony cuando, en ocasiones, veía a lo lejos con aquella mirada triste". 

Y así empieza la aventura en el Real Colegio San Pablo, o como la llaman Stair y Archie: la cárcel de las arpías. Patty es una dulzura; Annie, a ella no la soporto, con eso de "nadie puede saber que fui adoptada"; Eliza es más odiosa aún... y Terry, pues he de decir que el señorito noble hijo de un Duque, Terrence G. Grandchester me cae bien, es un poco insoportable, pero me agrada; dolido, pesado, pero caballeroso y divertido, con el famosísimo "señorita tarzan con pecas", lo adoré. 

La escena del anime de Annie llorando porque se da cuenta que Archie está enamorado de Candy no pasa, entonces la confesión de Archie a Stair de "sí me gusta, pero aún no ha olvidado a Anthony" sucede de manera menos dramática, en la habitación de los muchachos, mientras están probando un invento de Stair y, (ah, Stair), al escuchar las palabras de su hermano, el Rey de los Inventos contesta: "sí, y es por eso que debemos guardarnos nuestros sentimientos y cuidarla y ayudarla para que esté bien". ¡Lo amé más!

Albert, también reaparece, ya sin barba, en Londrés, durante una noche en la que Candy sale a buscar medicinas para curar a Terry, pero sus apariciones son muy cortas, lindas e importantes, pero cortas, así que me guardaré mi amor por él hasta el siguiente volumen. 

Y el libro uno termina justo cuando Candy le dice a la Hermana Gray que es una "Vieja Necia", lo que le significa: celda de castigo y no participar en el festival de mayo. 

Así que, son pocas las cosas nuevas que tiene el Volumen 1 (vive del otro lado del charco, con "él", cerca del río Avon, 20 años después de la muerte de Anthony), y aún falta un buen trozo de la historia original. 

Kappalab fue muy inteligente al promocionar la novela, porque dijo: "Candy Candy, la historia final ya está disponible" y ponía la foto del libro, pero jamás dijo que iba a ser un formato de dos volúmenes, así que hasta que tuve en mis manos la impresión no me di cuenta que eran dos partes. Se supone que el Vol. 2 sale en mayo, así que nos quedan un par de meses para saber quién es Anohito. 

No sé que tantas personas lean este post, y tampoco sé cuantas conozcan mi amor por esta historia, pero deben estar seguros de que ha sido delicioso leer e imaginar escenas que ya había visto. Mientras leía, me venían a la mente las voces del doblaje argentino y sí, varias veces dije "ay, mi vido, me lo como". 

Una historia que me llevó a escribir está ahora en mis manos, dispuesta a recordarme lo maravillosamente mágico que es soñar, tener un poco de esperanza y verle el lado bueno a las cosas. 

No es el mejor libro del mundo, pero por el cariño que le tengo a Candy Candy y por hacerme suspirar más de una vez yo le doy cinco estrellitas... mejor, aun... le voy a dar cinco Poupes (porque Klin no existe en el libro). 




Y ya. Fin. 

Seguidores