domingo, 29 de julio de 2018

Review: "Llámame por tu nombre" de André Aciman

Hace algunos meses, cuando estaba el fervor de los premios Oscar, llegó a mis manos (a mi Kindle sería más apropiado) el libro "Llámame por tu nombre", pero no había visto la peli y tenía otros libros en manos, así que lo dejé en el espacio de "pendientes" hasta que el humor y el tiempo me llevaran a él. 

Así, hace unos cinco días, después de haber terminado de leer "Lejos del mundanal ruido" de Thomas Hardy (luego haré reseña), pregunteme: "¿Y ahora qué leo?". No se me antojaba un clásico, tampoco algo escrito con un idioma rebuscado, mis ganas por fantasía han estado medio apagadas, y los últimos épicos-fantásticos que he leído se quedaron en el cajón de "leyendo/a medias", no se me antojaba tampoco un romance de esos rosas y empalagosos que lees en un día; y así, en un proceso de  no, tú suenas muy deprimente", "tú demasiado lindo", "tú demasiado oscuro", etc., llegué a esta belleza que ahora intentaré reseñar. 

Generalmente intento no poner spoilers, pero luego me emociono y se me van, así que, si no has leído el libro ni visto la película tons ¡¡¡¡SPOILER ALERT!!!

Y, pus, a lo que te truje: 

Título: Llámame por tu nombre
Autor: André Aciman 
Formato: Pasta blanda ($279.00 pesos mexicanos en amazon aquí)
Editor: Penguin Random House Grupo Editorial Idioma: Español ISBN-10: 6073165412 ISBN-13: 978-6073165419
Formato: Edición Kindle ($129.00 pesos mexicanos en amazon aquí) Edición iBooks ($129.00 pesos mexicanos aquí)
Tamaño del archivo: 690 KB Número de páginas: 321 Editor: ALFAGUARA Vendido por: Penguin Random House Grupo Editorial SAU Idioma: Español                                     ASIN: B079592YBN

Sinopsis: En una localidad de la costa de Italia, durante la década de los ochenta, la familia de Elio instauró la tradición de recibir en el verano a estudiantes o creadores jóvenes que, a cambio de alojamiento, ayudaran al cabeza de familia, catedrático, en sus compromisos culturales. Oliver es el elegido este verano, un joven escritor norteamericano que pronto excita la imaginación de Elio. Durante las siguientes semanas, los impulsos ocultos de obsesión y miedo, fascinación y deseo intensificarán su pasión. 

Bien, he de confesar que no he leído muchas novelas en las que los personajes principales sean gays; he leído historias con personajes homosexuales, por supuesto, pero creo que es la primera vez en la que el personaje principal, que además narra todo en primera persona, se encuentra en el proceso de saber si es o no gay. Y por bizarro que pueda sonar, creo que todos nosotros hemos estado en un punto similar al de Elio, no en el sentido de definir nuestra inclinación sexual, sino en el que, de pronto llegamos a un momento de nuestras vidas en el que no sabemos qué somos como personas, desconocemos lo que queremos y hacia dónde vamos. Esa fue una de las primeras cosas que me gustó de la historia, y si no me creen, que les parecen esta frases: 

"Me odiaba a mí mismo por sentirme tan desdichado, tan extremadamente invisible".
"¿Es esta la razón por la que la gente dice “quizá” cuando quieren decir “sí”, con la esperanza de que creas que es un “no” mientras lo que en realidad significa es “por favor, pregúntamelo una vez más, y después otra vez”?"
"Intentarlo luego quería decir: ahora no tengo coraje".
"A nadie le gusta estar solo. Pero he aprendido a vivir con ello".

Ahora, como bien lo dice la sinopsis, la historia empieza cuando Oliver, un académico estadounidense llega a la casa de Elio y su familia en B (un punto no definido de Italia en 1983), para terminar un libro que está escribiendo acerca de Heráclito. Al inicio a Elio no le hace nada de gracia recibir al "americano", en primera porque le tiene que ceder su habitación, en segunda porque el tipo parece poco interesado en pasar tiempo con él, y en tercera porque Oliver tiene la costumbre de despedirse de todos con un simple "luego" (latter en inglés) que a Elio hace que le dé el mimishki

Antes de que lo olvide, es necesario decir que Elio (que habla inglés, italiano, alemán, y en el la peli hasta francés y es buenísimo con la música) tiene 17 años y Oliver (el adonis americano que se la pasa revisando sus escritos tumbado tomando el sol en traje de baño al lado de la piscina) 24.  

Una de las primeras cosas que llama la atención de Elio (además del "muvi star" look de Oliver), es que él es el primer Judío abiertamente declarado que conoce. La mamá de Elio siempre definió a su familia como "judíos discretos", y ahí llega Oliver, portando una estrella de David al cuello sin preocuparle lo que los demás piensen. (Metáforas y más metáforas volando por todos lados).

La relación entre ambos se va dando de forma muy natural, no es como en muchas novelas, "lo vi, me vio, y nos amamos por siempre, fin", no. Aquí es algo más sutil y lleno de matices y tormentos, porque siendo Elio un muchacho joven e inexperto que poco sabe del amor, las insinuaciones, las miradas escondidas, las caricias, y todo lo demás se le pasan de largo y él, como todo buen chamaco, se queda en la lela, rumiando sus desgracias y pensando que Oliver no lo quiere, que ni siquiera le presta atención, que pasa tiempo con él simple y sencillamente porque no tiene nada más bueno que hacer; pero más adelante vemos que Oliver sí intentó mandarle señales desde el principio, pero él no supo interpretarlas y el americano no quiso arriesgarse más por temor a asustar al políglota y talentoso chamaco italiano. 

Hasta que un día, Elio decide contarle a Oliver que terminó de leer un libro en el que una princesa le pregunta al príncipe que la pretende "¿Es mejor hablar o morir?" y que el príncipe decide quedarse callado y dejar pasar su oportunidad. Y Oliver decide leer entre líneas, y de ahí se desarrolla todo. Una relación apasionada, llena de cariño e ilusiones y, honestamente, de las más románticas y bonitas que he leído. 

(Abro paréntesis) Cuando llegué a esta parte, se me ocurrió la brillante idea de comentarle a un amigo mío qué estaba leyendo, y con cara de susto me dijo que la literatura estaba llegando demasiado lejos, tipo "Telhú todo poderoso, lo que leen los jóvenes de ahora". Lo que me hizo pensar que, si los personajes fueran una jovencita de 17 y un profesor de 24 no habría tanto problema; menos aún si fuese un jovencito enamorado de una señora de 24. Pero, pus, así está la sociedad actual, aún santiguándose por el amor entre dos personas del mismo sexo. (Le pido a los dioses, los nuevos y los viejos, que sean ellos quienes juzguen a los juzgadores)(Cierro paréntesis)

Hay que decir que al inicio sí te brincan un par de escenas, frases o palabras, pero luego te acostumbras. Y las escenas con contenido sexual (que son pocas), son narradas de una forma muy elegante, sin necesidad de eufemismos (tipo 50 sombras, ¡puaj!), sino describiéndolas desde los sentimientos y las emociones, no diciendo qué parte del cuerpo de uno entró en contacto con cuál del otro; y debí haberlo sabido desde que leí lo siguiente: "un beso en la boca no era el preludio de un contacto más exhaustivo, ya era un contacto total en sí".

Hay una escena particularmente ¿complicada?, ¿extraña?, no sé que palabra utilizar, es simplemente difícil de leer, implica un albaricoque y masturbación (estilo american pie), pero lo que a mí me costó trabajo leer fue cuando uno de los personaje entra en la habitación, ve la fruta y entre risas decide comérsela con todo su contenido frente al otro, enviando el mensaje: "creo, con cada célula de mi cuerpo que cada célula del tuyo no debe morir jamás y, si es necesario que muera, deja que lo haga dentro de mi cuerpo". Lo que recibió como respuesta el llanto, pero no un llanto de tristeza o vergüenza sino que el personaje "lloraba porque no me había sentido nunca tan agradecido y no tenía otra manera de demostrarlo".

Es un romance que se siente muy real, que permite que te identifiques con los personajes, tanto con Elio como con Oliver, y hasta te da un poco de celos pensar que hay personas que pueden llegar a quererse de una forma tan pura y profunda; pero también tristeza el saber que el mundo aún no está listo para permitir que dos personas (sin importar género, raza, clase social, educación, etc.), se puedan amar después de 20 años, con la misma fuerza con la que se amaron durante una sola semana en 1983. O "¿será simplemente que "el tiempo nos vuelve unos sentimentales. Quizá, al final es eso por lo que sufrimos"?".

Y una vez que Oliver regresa a Estados Unidos, la vida sigue (en la peli ya no, pero en el libro sí), y el papá de Elio en algún momento le dice a su hijo "Ahora sientes pena. No envidio ese dolor. Pero sí envidio que puedas sentirlo". 

Y el tiempo sigue, y Oliver se casa y Elio vive, y antes de volverse a encontrar, Elio sueña que: "Charlaremos sobre los jóvenes que encontraron la verdadera felicidad durante unas semanas y que vivieron el resto de sus vidas mojando bolitas de algodón en el cuenco de la felicidad, con miedo a gastarlo, sin atreverse a beber más que un dedal en los aniversarios rituales". Pero siendo fiel al ¿es mejor hablar que morir?, finalmente decide hablar y le dice: "Eres la única persona de la que me gustaría despedirme al morir, pues será entonces cuando esta cosa que llamo mi vida cobrará sentido. Y si me entero de que te has muerto, mi vida como la conozco, el yo que te está hablando ahora, dejará de existir". (Suspiro) Y la respuesta de Oliver: "Cor cordium, corazón de corazones, jamás le he dicho a nadie algo tan cierto en mi vida". (Re-suspiro)

Elio tiene la mejor manera de resumir lo que aquellos dos caballeros sintieron en su juventud: "Habíamos encontrado las estrellas, tú y yo. Y esto solo se consigue una vez".

Pero el final, señores el final, creo que es el final más lindo, profundo y llegador que he leído en lo que va del año: 

"Veinte años fue ayer, y ayer era esta mañana, y esta mañana parece estar a años luz [...] Si te acuerdas de todo, quise decirle, y de verdad eres como yo, entonces antes de que te vayas mañana, o cuando estés a punto de cerrar la puerta del taxi, te hayas despedido de todos los demás y no quede nada que decir en esta vida, entonces y solo entonces, vuélvete hacia mí, aunque sea en broma o como una última ocurrencia que hubiese significado todo para mí cuando estábamos juntos, y, al igual que hiciste en aquel entonces, mírame a la cara, aguántame la mirada y llámame por tu nombre". 

De verdad, a todos aquellos que les gusten los libros con romance y llenos de mensajes, este libro es para ustedes. 

Así que ya. A "Llámame por tu nombre" le doy 5 albaricoques (inside joke). 



miércoles, 25 de julio de 2018

El invierno del soldado.


Esta es una pequeña historia (one shot) que se me ocurrió, una noche en que soñé unas botas de soldado hundidas en la nieve. Espero la disfruten. 
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El invierno ha llegado y con él, los paisajes llenos de nieve que otrora fueran motivo de algunas de mis más grandes alegrías… otrora.
La cabaña escondida en la foresta de los Aldray en Escocia, me presenta ahora una de las más hermosas postales que he visto en muchos años. Con sus recios y amables muros de madera abrazados en todos sus flancos por una suave capa de nieve; su tejado terracota cubierto de blanco y el hilo de humo que sale de la chimenea, ondeante, cálido, feliz.
Una pequeña cabaña rodeada de inmensos y antiguos abedules de troncos negros, doblados por el peso de la nevada que lo cubre todo bajo su gélido manto. Pero, aunque la vida me había negado la fortuna de ver algo así de sublime en un largo tiempo, mi mirada se desvía constantemente de aquel soñado paraíso, al frío y desgastado cuero negro de mis botas de soldado.
Mis recuerdos de una infancia inocente y feliz se vuelven borrosos cuando veo el punto en el que mi uniforme se une a mi calzado y, se tornan trágicos en el punto justo en el que el cuero se hunde en la nieve.
La Guerra tiene el poder de hacer eso. Puede, en unas cuantas horas, hacer pedazos la magia. Y yo, un iluso muchacho que en algún momento se creyó hecho con polvo de estrellas, fui parte de ella por muchos meses, muchísimos más de los que habría deseado. Muchísimos más de los que mi alma y mi infantil inocencia podían soportar.
Mi cuerpo aun tiene las marcas para probarlo. Tengo cicatrices pequeñitas, del tamaño de una moneda de un centavo, que dejaron las balas al entrar o salir de mi abdomen, pecho y brazos. Tengo marcas mucho más grandes, fruto de las cirugías a las que tuvieron que someterme para salvar mis órganos y mi vida. Mis pulmones llevan marcas que no veo pero que siento a cada respiro porque casi colapsaron cuando el timón de mi avioneta se estampó contra mi pecho. Las esquirlas generadas al momento del choque llenaron de astillas metálicas casi todo mi cuerpo. Pero tengo también heridas que nunca podrán sanar. Las heridas que llevo en la mente, en el corazón y en el alma. Y para mi mala fortuna, las cicatrices físicas y mis dolores crónicos, son un constante recuerdo de la tragedia que viví y sigo viviendo día a día.
Luché por un ideal. Luché para garantizar la paz y la felicidad de mis seres queridos, pero… la violencia solo genera violencia. Y eso es algo que debí haber sabido antes de ponerme el uniforme.
Durante aquellos meses vi despertar en mí un tipo de instinto que había estado siempre dormido: el de supervivencia. Y para garantizar la paz y felicidad de los míos me vi obligado a sumir en la desgracia y el desasosiego a otros. Tuve que terminar con la vida de hombres que luchaban en mi contra, siguiendo un ideal similar al mío, para poder garantizar mi propia existencia.
Debí…, debí…
Cuando mi avioneta caía y mi vida se escapaba a borbotones de mi cuerpo, cubrí con una mano el orificio que había dejado aquel hirviente aguijonazo, pero al ver el líquido rojo que fluía entre mis dedos, fui finalmente consciente de la más pura de las realidades: mi uniforme estaba cubierto de mi sangre, pero en mis manos llevaba también la sangre de otros tantos. Supongo que fue en ese momento cuando mi temple se rompió, cuando, mientras caía en picada y el cielo se cubría de los colores del atardecer, mi mente finalmente asimiló una terrible idea: cada vida que tomé, significó una fractura en mi alma, y mi propio sacrificio fue el que finalmente la hizo pedazos.
La felicidad que sentía al surcar el cielo, se volvió entonces mi más grande tormento y, como en su momento lo hiciera el joven Ícaro, me entregué a la caída con algo muy similar a la paz, porque sabía que mi tiempo había llegado, que sería alguien más quien juzgara mis actos y me concediera el descanso.
Pero supongo que aún no merecía ese consuelo. Abrí los ojos de nuevo en una casita de campo en Francia. Fingí no saber quién era por temor y luego por conveniencia, y cuando finalmente estuve recuperado salí a encontrarme con mi pasado.
Mi familia me dio por muerto. Mis amigos lloraron mi pérdida. Mi adorada Paty sufrió por culpa de mis infantiles ideales. Pero, aunque les dolía mi ausencia, me recordaban como el muchacho alegre que alguna vez fui, y permití que siguieran haciéndolo.
Hay momentos en los que me concedo la oportunidad de verlos, desde la distancia, cuando la añoranza me supera. Pero no puedo permitirme volver a ellos. Ya han sufrido suficiente por mi causa, ya han hecho las paces con mi muerte. Han aprendido a vivir sin mí. 
Quizá mi decisión pueda parecer cobarde, pero lo hago para protegerlos. Mis botas están ajadas, mi uniforme roído, pero solo cuando los porto me atrevo a acercarme un poco a ellos. A ver desde las sombras pequeños reflejos de sus sonrisas, y a recordar después ese punto en el que el cuero negro se hunde en la nieve y mis recuerdos de infancia se pierden en mi tormento.
El invierno ha llegado y con él la gélida caricia de la nieve. Mi cuerpo aún está vivo, pero mi alma, como yo para mis seres queridos, murió hace ya mucho tiempo.
Sus risas en la lejanía son el único regalo que me llevo.
Veo por última vez la cabaña sumida en el abrazo de la nieve, sonrío ante un fugaz recuerdo y sabiéndolos felices me alejo voluntariamente de ellos. 

viernes, 20 de julio de 2018

Carta de Rolf Baughmann para Candice White Ardlay (traducida al español)

Bien, a estas alturas, supongo que quienes leen este blog (o entran por meritita curiosidad), se habrán ya dado cuenta de lo mucho que me gusta Candy Candy, y algunos habrán ya leído también mi reseña de los libros publicados en italiano. Pues, con ese mismo orden de ideas y visto que acabo de abrir el espacio de traducciones, quiero compartir con ustedes una de las cartas más lindas del libro "Candy Candy Lettere", que es una que escribe el Capitán Rolf Baughmann y en la que habla del "Rey de los inventos de todo el mundo" o como la mayoría de nosotros lo conocemos "Stear (Stair) Cornwell". So, aquí va: 



Para la señorita Candice Withe Ardlay. 

Gentil señorita Candice, 

Me encuentro en territorio de guerra y temo haber recibido su carta con cierto retardo. Puedo solo esperar que esta respuesta mía llegue hasta usted, encomendándola a la misericordia de Dios. 

Si puedo expresarme con sinceridad, hablar de Alastair Cornwell es para mí algo sumamente doloroso. Él era un valioso y excelente subordinado. Aún en el ejército lo llamábamos todos Stair, utilizando su sobrenombre, e imagino que no le será difícil creer que todos lo queríamos. Su sonrisa tan luminosa y pura, sin duda alguna, en esta situación tan claustrofóbica, trajo gran consuelo a muchos de sus compañeros, entre los que me incluyo. 

Se definía a sí mismo "un gran inventor", pero la mayoría de las veces, sus creaciones terminaban transformándose en fuentes de hilaridad. Por darle algún ejemplo, una vez proyectó un dispositivo para hacer salir agua de las cornetas que suenan para despertar a los soldados, y en otra ocasión, durante los ejercicios de vuelo, logró trazar un arcoíris en el cielo. 

Su habilidad en el vuelo y en el mantenimiento de los aviones era impresionante, tanto que llegué a preguntarme de corazón dónde había adquirido todos sus conocimientos. Mi único arrepentimiento es no haber podido elogiarlo siquiera una vez. 

Probablemente, Alastair Cornwell era un hombre demasiado lejano de la realidad de la guerra. 

Antes de leer su carta no sabía que tuviese una novia y que ella utilizase anteojos. Ahora entiendo porqué en su avión había dibujado justo unos anteojos. Stair partió junto a su amada, desapareciendo en el sol del atardecer. 

Ahora que nos ha dejado, imagino lo difícil que puede ser entender los sentimientos que llevan a alguien a ir de forma voluntaria a los campos de batalla para encontrarse de frente con la muerte, pero hay cosas frente a las cuales un hombre no puede dar marcha atrás. 

Yo creo que combatir fue para él una especie de plegaria. De las noticias que he recibido, su avión fue abatido después de una férrea batalla en el cielo. Parecería que no le hubiesen faltado ocasiones para golpear a su enemigo pero, Alastair Cornwell decidió inmolarse. 

La guerra es algo implacable e inhumano. Sé que él lo tenía claro. 

Me fue dicho que su avión, más que precipitarse, se sumergió con ímpetu en el sol. Quiero que sepa que aquel día, el cielo al atardecer, se iluminó con una luz intensa, maravillosa y dulce, como nunca había visto desde que llegué a Francia. 

Esperando que esta guerra termine pronto, continuaré dedicando mis fuerzas a favor de los países aliados. 

Ruego todos los días para que el alma de Alistair Cornwell encuentre la paz y que su familia pueda encontrar la serenidad. 

Rolf Baughmann


jueves, 12 de julio de 2018

All this I did without you. Gerard Durrel (Traducida al Español)

Ok, creo que con esta carta comenzaré un espacio nuevo en el blog (que tiene siglos sin actualizar): Traducciones. 

Creo que, quienes me conocen, sabrán que adoro la poesía y disfruto muchísimo la literatura epistolar. Ahora, esta carta me la encontré uno de esos días en los que te pones a perder el tiempo en youtube, y mientras escuchaba a "British men reading" (yup I'm a sucker for voces graves, con acento inglés leyendo), de un poema de Keats leído por Benedryl Cabbagepatch (ya saben a quién me refiero), fui a  Mr. Darcy (Matthew Macfadyen) leyendo "Orgullo y Prejuicio"; luego a Mr. Thornton Oakenshield (Richard Armitage) con un poema de Elizabeth Barrett Browning; y así hasta que, de pronto, en mi monitor apareció Loki (Tom [chikito-bebé-apachurro-merezco] Hiddleston) leyendo una carta de esas (quita-calzón) maravillosas. Corrí a buscar el libro que compila una serie de cartas de personajes importantes, lo compré y cuando lo tuve en mis manos, me di cuenta que había comprado el volumen 1 "Letters of Note: An Eclectic Collection of Correspondence Deserving of a Wider Audience", que aunque tiene joyas, no era el que quería y el segundo volumen "More Letters of Note: Correspondence Deserving of a Wider Audience", donde se supone que está la joya que estoy buscando, está increíblemente caro. 

Así que nada, he visto el video miles de veces y he escuchado y leído la carta en muchísimas ocasiones, y pus se me ocurrió dejarla aquí, pero traducida para que el público hispanohablante la disfrute también. 

El video de Tom leyendo lo dejo para que lo disfruten, el enlace de la página donde encontré la carta en inglés lo dejo aquí y después la carta traducida. Enjoy. 



Gerard Durrel, un respetado conservador escribió esta carta de amor a su futura esposa: Lee McGeorge, (que en aquel entonces era una de sus estudiantes en la Universidad Duke).

Todo esto lo hice sin ti. 
Carta No. 28


31 de Julio de 1978

Mi querida McGeorge, 

Alguna vez me dijiste que las cosas parecen mucho más claras cuando se escriben. Bien, en la presente y muy aburrida carta, intento escribir todo para que puedas leer y re-leer hasta el cansancio la locura que has cometido al decidir tener una relación conmigo. Inhala profundo. 

Para comenzar, te amo, con una profundidad y pasión que nunca había sentido por nadie en esta vida, y si esto te sorprende, me sorprende a mí también. No, me apresuro a decir, porque no merezcas ser amada. Todo lo contrario. Es, simplemente que, primero, juré que no volvería a relacionarme con otra mujer. Segundo, nunca antes sentí algo así antes y es casi aterrador. Tercero, nunca habría creído posible que otro ser humano pudiera ocupar mis pensamientos estando despierto (y dormido) al grado de excluir casi todos los demás. Cuarto, nunca pensé que —aún cuando se esté enamorado— uno podría sentirse completamente embriagado por alguien más, tanto, que cada minuto lejos de esa persona podría sentirse como mil años. Quinto, nunca esperé, deseé, soñé que uno pudiera encontrar todo lo que quería en una persona. No era tan estúpido como para creer que eso fuera posible. Aún así, en ti encontré todo lo que quiero: eres hermosa, alegre, generosa, gentil, estúpida y deliciosamente femenina, sexy, increíblemente inteligente e increíblemente absurda también. No quiero nada más en esta vida que estar contigo, escucharte y verte (tu bella voz, tu belleza), discutir contigo, reír contigo, mostrarte cosas y compartir cosas contigo, explorar tu magnífica mente, explorar tu maravilloso cuerpo, ayudarte, protegerte, servirte, e incluso, darte coscorrones cuando crea que estás equivocada... no quisiera ser presumido pero, considero que soy el único hombre, fuera de la mitología, que ha encontrado la olla con oro al final del arcoíris

Pero habiendo dicho todo esto—, vamos a considerar las cosas en detalle. No dejes que esto se vuelva público pero... bien, tengo uno o dos defectos. Pequeños, debo decir. Por ejemplo, tiendo a ser autoritario. Lo hago por el mejor de los motivos (todos los tiranos dicen eso), pero sí tiendo (sin pensarlo) a colocarme sobre los demás. Debes decirme cuando me porte así contigo, mi amor, porque eso puede ser muy malo para un matrimonio. 

Bien. Segunda imperfección. Esta, en realidad, no es tanto una imperfección de carácter sino más de circunstancia. Querida, quiero que seas tú en todo tu derecho, y haré todo lo que pueda para ayudarte a serlo. Pero debes tomar en consideración que yo también soy yo en todo mi derecho y en esto te llevo ventaja... lo que quiero decir es que no debes sentirte ofendida si eres, en ocasiones, tratada simplemente como mi esposa. Pero recuerda siempre que el que no arriesga no gana. Soy una "criatura" establecida en el mundo, y por ello en ocasiones—, tendrás que vivir bajo mi sombra. Nada me da menos placer que esto, pero es un hecho de la vida que tendremos que enfrentar. 

Tercera (y muy importante y horrible) imperfección: celos. No creo que sepas lo que son los celos (gracias a Dios), en el sentido real de la palabra. Sé que has sentido celos de la esposa e hijos de Lincoln, pero a esos yo los llamo celos normales, y esto a mi pesar—, no es lo que tengo. Lo que yo tengo es un monstruo oscuro que puede pervertir mi buen juicio, mi buen humor y cualquier bondad que tenga en mi ser. Es, en verdad, una situación tipo Jekyll y Hyde... mi Hyde es más fuerte que mi buen juicio y logra derrotarme, sin importar lo mucho que intente combatirlo. Como te he dicho, siempre he sabido que esto se esconde dentro de mí, pero no he podido controlarlo, mi monstruo dormía sin nada que pudiera despertarlo. Entonces te conocí y sentí a mi monstruo removerse y despertar a medias cuando me contaste de Lincoln y otros hombres a los que has conocido y, con tu carta, mi monstruo salió de su letargo, negro, irracional, intolerante, estúpido, malvado, cruel. Nunca sabrás lo terriblemente corrosivos que son los celos; generan un dolor físico, como si hubieses tragado ácido o carbón ardiente. Es el más terrible de los sentimientos. Pero no puedes hacer nada para vencerlos al menos yo no puedo, y Dios sabe que lo he intentado. No quiero a ninguno de tus ex-novios sentado en la iglesia cuando me case contigo. El día de nuestro matrimonio, lo único que quiero es felicidad, para ti y para mí, y sé que no podré ser feliz si hay una iglesia llena de tus ex-conquistas. Cuando te despose no tendré pasado, solo futuro: no quiero arrastrar mi pasado en nuestro futuro y no quiero que lo hagas tú tampoco. Recuerda, soy celoso de ti porque te amo. Uno nunca siente celos de algo a lo que no quiere. OK, basta de celos. 

Ahora déjame decirte algo... he visto miles de ocasos y albas donde los bosques y montañas se inundan con luz del color de la miel; en el mar, donde el sol sale y se oculta como una naranja sangrienta en un nido de nubes multicolor, deslizándose dentro y fuera del vasto océano. He visto miles de lunas: lunas llenas como monedas de oro; lunas de invierno tan blancas como trozos de hielo; lunas nuevas como plumas de cisnes bebé. 

He visto mares tan tranquilos como si fuesen pintados, coloridos como seda o azules como un martín pescador, o transparentes como el cristal o negros y llenos de espuma, moviéndose pesada y peligrosamente. 

He sentido vientos venidos del Polo Sur, sombríos y lúgubres como un niño perdido; vientos tan tiernos y cálidos como el aliento de un ser amado; vientos que cargan el aroma astringente de la sal y algas muertas; vientos que llevan el húmedo aroma del suelo del bosque, el olor de un millón de flores. Vientos feroces que batieron y movieron al mar como levadura, o vientos que hicieron que las aguas lamieran la costa como gatitos. 

He conocido el silencio: el frío, terrenal silencio al fondo de un pozo recién cavado; el implacable y rocoso silencio de una caverna profunda; el ardiente y narcotizado silencio de medio día, cuando todo ha sido hipnotizado y tranquilizado por el ojo del sol; el silencio cuando la buena música termina. 

He escuchado el llanto de cigarras de verano, cuyo sonido se clava en tus huesos. He escuchado ranas arbóreas en una orquesta tan complicada como Bach, cantando en un bosque iluminado por millones de luciérnagas esmeralda. He escuchado el llamado de las Keas sobre glaciares grises, gimiendo a sí mismas como ancianos mientras se dirigen hacia el mar. He escuchado el grito ronco de apareamiento de las focas peleteras mientras cantan a sus elegantes novias doradas; el agudo staccato de advertencia de la serpiente de cascabel, el chillido telaraña de los murciélagos y el duro rugido del ciervo rojo metido hasta las rodillas en brezo púrpura. He escuchado a los lobos aullar a la luna de invierno, monos aulladores rojos, haciendo vibrar el bosque con sus rugientes gritos. He escuchado el chillido, ronroneo y gruñido de cientos de multicolores peces de arrecife. 

He visto colibrís volando como rayos de ópalo alrededor de árboles de retoños escarlata, tarareando su canto. He visto peces voladores, deslizándose como mercurio sobre las olas azules, dibujando líneas de plata en la superficie con sus colas. He visto plateínos (espátulas) volar a casa para anidar como una pancarta escarlata a través del firmamento. He visto ballenas, negras como el alquitrán, acojinadas en un mar azul aciano, creando un Versailles con las fuentes que salen de su aliento. He visto mariposas emerger y esperar, temblorosas, mientras el sol suaviza sus alas. He visto tigres, como flamas, apareándose en la hierba ata. He sido bombardeado por un cuervo enojado, negro y brillante como el casco del diablo. He descansado en aguas cálidas como leche, suaves como seda, mientras alrededor de mí jugaba un grupo de delfines. He conocido miles de animales y visto miles de cosas maravillosas... pero...

Todo esto lo hice sin ti. Esa fue mi pérdida. 

Todo esto lo quiero hacer contigo. Esa será mi victoria. 

A todo esto habría renunciado con gusto por disfrutar un minuto de tu compañía, por tu risa, tu voz, tus ojos, cabello, labios, cuerpo, y sobre todo, por tu dulce, siempre sorprendente mente que es una encantadora cantera en la que es mi privilegio ahondar. 


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