viernes, 20 de julio de 2018

Carta de Rolf Baughmann para Candice White Ardlay (traducida al español)

Bien, a estas alturas, supongo que quienes leen este blog (o entran por meritita curiosidad), se habrán ya dado cuenta de lo mucho que me gusta Candy Candy, y algunos habrán ya leído también mi reseña de los libros publicados en italiano. Pues, con ese mismo orden de ideas y visto que acabo de abrir el espacio de traducciones, quiero compartir con ustedes una de las cartas más lindas del libro "Candy Candy Lettere", que es una que escribe el Capitán Rolf Baughmann y en la que habla del "Rey de los inventos de todo el mundo" o como la mayoría de nosotros lo conocemos "Stear (Stair) Cornwell". So, aquí va: 



Para la señorita Candice Withe Ardlay. 

Gentil señorita Candice, 

Me encuentro en territorio de guerra y temo haber recibido su carta con cierto retardo. Puedo solo esperar que esta respuesta mía llegue hasta usted, encomendándola a la misericordia de Dios. 

Si puedo expresarme con sinceridad, hablar de Alastair Cornwell es para mí algo sumamente doloroso. Él era un valioso y excelente subordinado. Aún en el ejército lo llamábamos todos Stair, utilizando su sobrenombre, e imagino que no le será difícil creer que todos lo queríamos. Su sonrisa tan luminosa y pura, sin duda alguna, en esta situación tan claustrofóbica, trajo gran consuelo a muchos de sus compañeros, entre los que me incluyo. 

Se definía a sí mismo "un gran inventor", pero la mayoría de las veces, sus creaciones terminaban transformándose en fuentes de hilaridad. Por darle algún ejemplo, una vez proyectó un dispositivo para hacer salir agua de las cornetas que suenan para despertar a los soldados, y en otra ocasión, durante los ejercicios de vuelo, logró trazar un arcoíris en el cielo. 

Su habilidad en el vuelo y en el mantenimiento de los aviones era impresionante, tanto que llegué a preguntarme de corazón dónde había adquirido todos sus conocimientos. Mi único arrepentimiento es no haber podido elogiarlo siquiera una vez. 

Probablemente, Alastair Cornwell era un hombre demasiado lejano de la realidad de la guerra. 

Antes de leer su carta no sabía que tuviese una novia y que ella utilizase anteojos. Ahora entiendo porqué en su avión había dibujado justo unos anteojos. Stair partió junto a su amada, desapareciendo en el sol del atardecer. 

Ahora que nos ha dejado, imagino lo difícil que puede ser entender los sentimientos que llevan a alguien a ir de forma voluntaria a los campos de batalla para encontrarse de frente con la muerte, pero hay cosas frente a las cuales un hombre no puede dar marcha atrás. 

Yo creo que combatir fue para él una especie de plegaria. De las noticias que he recibido, su avión fue abatido después de una férrea batalla en el cielo. Parecería que no le hubiesen faltado ocasiones para golpear a su enemigo pero, Alastair Cornwell decidió inmolarse. 

La guerra es algo implacable e inhumano. Sé que él lo tenía claro. 

Me fue dicho que su avión, más que precipitarse, se sumergió con ímpetu en el sol. Quiero que sepa que aquel día, el cielo al atardecer, se iluminó con una luz intensa, maravillosa y dulce, como nunca había visto desde que llegué a Francia. 

Esperando que esta guerra termine pronto, continuaré dedicando mis fuerzas a favor de los países aliados. 

Ruego todos los días para que el alma de Alistair Cornwell encuentre la paz y que su familia pueda encontrar la serenidad. 

Rolf Baughmann


1 comentario:

  1. No había leído jamás esta carta, mucho menos estaba enterada de otras, pero es bello saber que alguien opina igual que los seres que le apreciaban. Gracias por publicar.

    ResponderEliminar

Seguidores